Durante décadas, la cabeza de la Iglesia Católica Romana ha sido europea. Mientras el colegio de cardenales da inicio al cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, los números sugieren que bien haber otro papa de ese continente.

Sin embargo, si se observan las corrientes sociales y demográficas en Europa y otros lugares surge la duda de hasta qué punto es adecuado que el próximo papa sea europeo. Los datos también recalcan que una gran cantidad de católicos se preguntan si las enseñanzas de la Iglesia deberían regir sus vidas íntimas.

La religión se expandió rápidamente en Africa, algunas partes de Asia y Estados Unidos, donde más de la mitad de todos los inmigrantes son católicos, según un reciente estudio. Hace cien años Europa albergaba dos terceras partes de los católicos del mundo, en 2010 la cifra había bajado a 15%.

Todavía en muchos países europeos sigue siendo la religión dominante. Cuatro de ellos, Italia, Francia, Polonia y España, se encuentran entre las 10 naciones con mayor porcentaje de adherentes. En Italia, el 81% de la población es católica, en Polonia 92%, en Irlanda 88% y en España 75.2%.

Aún así, la práctica de la religión entre los católicos europeos viene cayendo hace décadas y es más evidente es en las actitudes hacia el sexo.

En todo Europa se repite una constante: la creciente cantidad de nacimientos fuera del matrimonio y la caída de las tasas de fertilidad en países altamente católicos. Eso indica que los feligreses ya no sienten que la Iglesia tengan derecho a condicionar las relaciones sexuales. De hecho, los datos señalan que los desafíos de la Iglesia son mayores en las naciones tradicionalmente católicas.

El problema no se limita a Europa. Hasta en Brasil, que tiene la mayor población católica del mundo, un estudio de 2007 indica que el porcentaje de personas que se identifican como católicos cayó de 91,8% en 1970 y 73,7% en 2003. Hoy el 77% de las mujeres brasileñas usan anticonceptivos modernos.

Los estudiosos de la religión no concuerdan en cuanto a los motivos que llevan a eso. Los conservadores lo atribuyen

a los esfuerzos de la Iglesia

de modernizar su lenguaje y liturgia.

La Iglesia Católica no es la única de las creencias religiosas que enfrentan competencia. Pero los datos demográficos señalan que son las normas de la Iglesia sobre las relaciones íntimas lo que crea el mayor abismo entre los creyentes y la jerarquía eclesiástica.

Todo eso lleva a una pregunta. Una jerarquía centralizada compuesta por europeos de edad avanzada que nunca se han casado, ¿es la mejor forma para que la religión entera responda a sistemas de creencias que compiten en diferentes culturas.?