El gobierno chino afirma que el su problema de deuda está bajo control, pero la gente del pueblo de Pianpo tiene motivos para estar en desacuerdo. En el último año les cortaron el agua, la basura se apila en las calles y no les pagan el sueldo por el aumento de la deuda.
Una autopista alta se eleva sobre las viviendas de los habitantes del pueblo, con el propósito de conectarlos con Guiyang, una de las ciudades de China que está creciendo más rápido. En vez de eso, la autopista termina en una pila de grava.
La compañía estatal que estaba construyendo la autopista contrajo una enorme deuda y no pudo pagarle a sus empleados. Las tuberías de agua se desmontaron cuando comenzaron las obras en la autopista, pero nunca se repararon cuando el efectivo empezó a faltar. Un par de veces al día, Chen Xiuxiang, 75, sube dificultosamente una colina para llenar dos baldes de agua en una canilla que funciona y llevarlos en un palo de madera atravesado en sus hombros. La mayoría de sus vecinos hacen lo mismo.
Se la pasan prometiendo que van a arreglar las cosas, pero nunca hacen nada, dice.
Durante la mayor parte de sus 30 años de crecimiento, a un promedio de 10,5%, China recurrió relativamente en poca medida al crédito. Pero desde la crisis financiera global cada vez depende más de la deuda, recurriendo a préstamos bancarios, bonos y una amplia gama de instituciones con un nivel de regulación bajo para mantener su economía en funcionamiento.
Esta dependencia de la deuda puso a China en una encrucijada peligrosa. Si el gobierno habla en serio de contener los riesgos financieros, el crecimiento puede disminuir marcadamente mientras el país deja de endeudarse, lo cual preocupa a la economía mundial. Aún así, esa perspectiva es menos aterradora que la alternativa. Si el gobierno pierde el valor, la burbuja de la deuda seguirá expandiéndose, y se ampliará el espectro de agitación económica más grave.
Los riesgos relativos a la estabilidad financiera de China crecieron. El crédito creció mucho más rápido que el producto bruto interno, advirtió Fitch Ratings este año cuando bajó la calificación de riesgo país de China la primera vez que una agencia internacional importante baja la calificación desde 1999.
La deuda total de China -pública, privada e interna- se disparó de 130% del producto bruto interno en 2008 a casi 200% en la actualidad, o más de RMB 100.000.000 millones (u$s 163.000.000 millones), según datos del banco central de China. Un aumento tan rápido en términos de endeudamiento históricamente desencadenó crisis en países desde Argentina hasta Corea del Sur.
Los orígenes de la deuda en China se remontan a los escritorios de funcionarios de gobierno ambiciosos, especialmente a nivel municipal. Capital de la provincia sudoccidental de Guizhou, Guiyang es una de las ciudades más pobres de China pero en los últimos años prosperó y es un ejemplo por excelencia de un modelo económico impulsado por la deuda. Precisamos luchar por el PBI, Yuan Zhou, el entonces alcalde de Guiyang, bramó en una entrevista radial en 2011. Solo con un PBI más alto podrá mejorarse la vida de la gente.
Para estimular el crecimiento, los funcionarios locales utilizaron una técnica simple, que replicaron en todo el país. El gobierno se hizo de tierras rurales de chacareros con dos pesos, las vendió a promotores inmobiliarios con un margen de ganancia y los promotores, a su vez, construyeron frondosos grupos de torres de departamentos.
El gobierno es el motor y el mercado lo empuja, es el eslogan que aparece en un salón de planeamiento urbano, en el que un diorama de la Guiyang del futuro parece Manhattan con esteroides.
El crecimiento de Guiyang dependió de un constante aumento de la inversión. Para mantener el nivel de crecimiento de la economía en un 15% anual, el gobierno precisó que las inmobiliarias comprasen más terrenos y construyesen más viviendas.
Uno de los primeros mega desarrollos de la ciudad fue el Century Town, que se completó en 2010 y se diseñó para 40.000 personas. Poco después llegó el Future Ark, diseñado para unos 170.000 residentes. Actualmente, grúas están levantando torres para el Garden City, que alojará a 350.000 personas: más de 1 de cada 10 residentes de Guiyang.
Garden City tendrá 31 líneas de colectivos, 10 shoppings y 8 escuelas. Su salón de ventas, situado detrás de un lago artificial adornado con dinosaurios de plástico, fue un hervidero de potenciales compradores este verano. Pero los desarrollos inmobiliarios que lo precedieron son una lección.
Zheng Wei, un vendedor del Century City, dice que solamente están ocupadas la mitad de sus hileras sobre hileras de departamentos grises idénticos. Muchos de sus locales comerciales en la planta baja están cerrados y una gruesa capa de polvo cubre sus ventanas.
Como hay tan poca gente aquí, no se atreven a abrir negocios, sostiene.
Future Ark cubrió Guiyang de anuncios: carteles en autopistas, folletos llamativos, carteles en taxis y jingles en la radio. Los compradores solían perseguirnos. Ahora los perseguimos nosotros, dice una vendedora. La desaceleración de las ventas de inmuebles no es sólo un problema para los promotores inmobiliarios. También empezó a dejar expuesto el grado en que la deuda pública cimentó el frenesí inmobiliario.
Según cifras oficiales, la deuda de Guiyang es mínima, sólo 17% de su PIB municipal. Sin embargo, cualquier cálculo exacto debe mirar más allá de las cifras oficiales, a los llamados vehículos de financiación de los gobiernos locales.
Por ley, los gobiernos locales de China no pueden endeudarse; no pueden pedir prestado a bancos ni emitir bonos. Pero hay un vacío legal. Las ciudades y los pueblos pueden utilizar vehículos de financiación. Propiedad de los gobiernos locales, aunque constituidos como empresas, tienen libertad de acción para pedir prestado dinero en efectivo.
Y así lo han hecho, desempeñando un papel crucial en el traspaso de tierras de manos del Estado a empresas inmobiliarias. Los vehículos de financiación recaudan los fondos necesarios para la reubicación de chacareros desplazados, la construcción de carreteras y la instalación de sistemas de alcantarillas, haciendo que los terrenos se vuelvan más atractivos para los inversores.
En Guiyang, hay por lo menos cinco vehículos oficiales de financiación, todos vigentes desde 2008. Si se suman sus obligaciones, el ratio de endeudamiento de la ciudad el año pasado se habría triplicado a 58% del PBI. El escenario es similar en (todo) el resto de China: los analistas creen que las deudas públicas van desde 40-80% del PBI hasta, como mínimo, el doble desde el inicio de la crisis financiera.
El mayor vehículo de financiación de Guiyang es el City Construction and Investment Group, empresa que se encargó de la construcción de la autopista a medio construir hasta la localidad de Pianpo.
Por ser una empresa tan importante para el desarrollo de Guiyang, es muy discreta. El domicilio declarado no existe. Con cierta ayuda, puede rastrearse y ubicarse en un chalé de cuatro pisos en un barrio residencial, identificada sólo por una pequeña placa en la puerta. De Guiyang City Investment, según se lo conoce, no quisieron hacer aportes a este artículo, aduciendo estar bastante ocupados.
Los requisitos de divulgación lo han obligado a ser más comunicativo al momento de emitir bonos. Explicó que es el organismo principal de financiamiento del desarrollo de la infraestructura de Guiyang. Los certificados de dichos bonos también revelan que su nivel de endeudamiento sobre activos se redujo a 51,2% este año, frente a 73% en 2010. Si todo estuviera bien, esta caída podría indicar una reducción del apalancamiento. Pero lo que en realidad refleja es un aumento significativo de sus tenencias de activos -es decir, tierras- y en el valor atribuido a dichas tierras. Sus activos prácticamente se duplicaron de RMB 35.000 millones en 2010 a RMB 64.000 millones este año.
Y a esos activos no les ha ido tan bien en el útimo tiempo. Con la baja del éxito inmobiliario, Guiyang City Investment no vendió suficientes terrenos a promotores inmobiliarios para cumplir con sus diversos compromisos financieros.
Su capacidad para pagar su deuda disminuye continuamente, sostiene Dagong, una agencia de calificación china. Tan grande son sus tenencias de tierra que Dagong estima que llevaría 28 años venderlas.
A fin del año pasado las preocupaciones sobre la deuda dejaron de ser hipotéticas para Guiyang City Investment. Los reguladores consideraron que no podía pagar los intereses en su totalidad y China Development Bank, un gran prestamista, se negó a adelantarle más dinero, según un anuncio del gobierno local.
La autopista de Pianpo fue una de las víctimas. Los obreros de la construcción que no cobraban se declararon en huelga. Bloqueamos la autopista con camiones hasta que nos dieran lo que nos debían, dijo Wen Zhang, un conductor.
Los residentes de Pianpo no tuvieron la misma influencia. Primero se quedaron sin agua corriente. Luego, el gobierno dejó de pagar a los trabajadores sanitarios, dejando que la basura se amontone en las calles. Decidida a terminar la autopista, Guiyang City Investment regresó al China Development Bank para negociar alguna financiación.
Cuando se otorgó suficiente cantidad de terrenos en garantía, el banco finalmente cedió, aunque sólo en parte. Prestó RMB 1.000 millones, la mitad de lo solicitado. El dinero alcanzó para pavimentar la ruta hasta Pianpo, pero no para terminar la vía de acceso o conectar la red de agua.
