Esta vez fue distinto. Los disturbios que se produjeron en la ciudad de Baltimore el lunes marcaron una escalada en la violencia racial que en los últimos meses se observa en Estados Unidos tras el asesinato de un hombre negro desarmado a manos de policías blancos.

La tensión racial anterior se debía a muertes producidas en lugares relativamente remotos, en suburbios y ciudades chicas donde muchos afroamericanos se mudaron en los últimos años mientras los profesionales blancos se iban en tropel a zonas urbanas.

El clásico caso fue el de Ferguson, Missouri, una comunidad de apenas 21.000 habitantes donde el pueblo respondió violentamente tras el asesinato de Michael Brown, de 18 años. Otras víctimas fueron Walter Scott de 50 años que recibió un disparo mortal en North Charleston, Carolina del Sur, y Eric Garner, de 43 años, que falleció después de que un policía lo agarró del cuello en Staten Island el menos poblado de los cincos distritos de la Ciudad de Nueva York.

Pero esta vez el fuego se produjo en una zona marginal, el hervidero de los peores disturbios raciales de la historia de Estados Unidos, y que rápidamente subió la apuesta. Las áreas urbanas pobres son notoriamente más difíciles de controlar y la policía de Baltimore se vio sobrepasada. Finalmente, el gobernador de Maryland, Larry Hogan, ordenó la presencia de la Guardia Nacional en la ciudad de 622.000 habitantes, describiendo su medida como un "último recurso .... para restablecer el orden."

La violencia comenzó en el empobrecido oeste de Baltimore tras el funeral de Freddie Gray, de 25 años, un hombre negro que murió el 19 de abril por una lesión vertebral que se produjo tras su arresto. Los manifestantes saquearon tiendas de licores y una farmacia fue incendiada. Más de una docena de policías fueron heridos porque los jóvenes les arrojaban botellas, ladrillos y otros escombros. Se hicieron numerosos arrestos.

En el lado este de la ciudad, comenzó un incendio al anochecer en un centro de ancianos construido al lado de una iglesia. Si bien las autoridades dijeron a Baltimore Sun que se está investigando qué provocó el fuego, sus llamas eran el telón de fondo de los comentaristas televisivos que trataban de entender la furia que se había desatado en la calle.

Ya no estaban los cánticos de las anteriores protestas "Manos arriba, no dispare", en el caso de Brown y "No puedo respirar" para recordar a Garner.

Pero el regreso de los disturbios urbanos es un recordatorio para los norteamericanos de lo poco que se hizo desde que la Comisión Kerner designada por el presidente Lyndon Johnson después de que una ola de violencia racial de 1967 dejó numerosos muertos en ciudades como Detroit y Newark, en Nueva Jersey advirtió sobre los problemas que se venían.

"Nuestra nación se está moviendo hacia dos sociedades, una negra y otra blanca separadasy desiguales," aseguraba la Comisión. "La segregación y la pobreza han creado en el gueto racial un ambiente destructivo totalmente desconocido para la mayoría de los ciudadanos blancos". Durante esa época, Martin Luther King decía: "Un disturbio es el lenguaje de los no escuchados".

Lo que uúltimamente queda claro en las comunidades negras de todo Estados Unidos es que hay mucha gente en ellas que siente desesperadamente que tiene algo para decir.

El resultado es que por primera vez en mucho tiempo, los norteamericanos tienen razón en preocuparse por lo que solía llamarse un "largo y caluroso verano", porque el grado de violencia visto en Baltimore está engendrando más violencia.

El norte de Estados Unidos recién ahora está resurgiendo de un invierno brutalmente frío que desalentaba a salir al aire libre, ni hablar de protestar o participar de disturbios. Pero el verano está por llegar y eso significa que pronto vendrá el buen clima para bailar o manifestarse o hasta pelear en las calles.