

Juanfran Pérez Llorca quedó investido como presidente de la Generalitat Valenciana en una primera votación que confirmó el respaldo conjunto del PP y Vox.
El dirigente alicantino, hasta hace poco un perfil discreto fuera del ámbito autonómico, ascendió a la jefatura del Consell tras la dimisión de Carlos Mazón y en un clima político atravesado por exigencias de sus socios y la necesidad de recomponer la imagen institucional.
El nuevo presidente recibió 53 votos —40 del PP y 13 de Vox—, un apoyo que consolidó una mayoría sin sobresaltos pero que llegó acompañado de compromisos firmados días antes con el partido de Santiago Abascal.

Su discurso navegó entre concesiones a su socio y señales de moderación interna, en un intento por equilibrar un inicio de mandato que nace condicionado por las tensiones que provocaron la salida de Vox del Gobierno en 2024.
Pérez Llorca evitó mencionar a Mazón durante la sesión, un gesto que marcó distancia frente a la gestión de la Dana que precipitó la renuncia de su antecesor.
También pidió perdón a las víctimas y prometió un estilo político alejado de la confrontación permanente. Estas señales de cambio convivieron con compromisos como la investigación del origen de los delincuentes, el rechazo a la inmigración mal gestionada y la crítica a las políticas climáticas europeas.
¿Cómo llegó Pérez Llorca a la presidencia tras una carrera acelerada?
El dirigente del PP construyó su trayectoria política desde la alcaldía de Finestrat, donde encadenó mayorías absolutas desde 2007. A partir de esa experiencia municipal, saltó a la Diputación de Alicante bajo el liderazgo de Mazón, consolidando un vínculo político que lo llevó después a Les Corts como diputado autonómico en 2023.
Su ascenso dentro del PPCV fue meteórico: en pocos meses se convirtió en secretario general del partido y en la figura encargada de coordinar la vida interna junto a las direcciones provinciales.

En paralelo, Mazón lo eligió como su negociador clave con Vox, un rol que lo situó en el centro de las principales decisiones de la legislatura. Tras la crisis de Gobierno de 2024, asumió la portavocía parlamentaria del PP, reforzando su protagonismo en Les Corts.
Cuando Mazón dimitió el 3 de noviembre, su nombre emergió como único candidato viable para sucederlo, pese a las dudas iniciales de la dirección nacional del partido.
Durante las semanas previas a su investidura, Pérez Llorca mantuvo contactos directos con la cúpula de Vox para asegurar el apoyo necesario en primera votación. De esas conversaciones surgieron compromisos que hoy forman parte del punto de partida de su mandato.
¿Qué implican las cesiones a Vox para el futuro del Consell y la agenda política valenciana?
Las concesiones realizadas por Pérez Llorca en su discurso apuntan a un marco de cooperación más estrecho con Vox, pese a que el partido abandonó el Ejecutivo hace más de un año.
Entre las principales exigencias aceptadas figura la investigación de “la identidad y los datos de origen” de personas que hayan cometido delitos, una medida que ya generó debate en ámbitos institucionales y sociales por su potencial impacto en derechos y garantías.
Otro gesto relevante fue su alineamiento con el rechazo de Vox al Pacto Verde Europeo, al que calificó como una imposición que no representa un auténtico compromiso ambiental.

También criticó la “inmigración masiva y mal gestionada”, mensajes que refuerzan posiciones del partido de Abascal y que condicionarán la agenda autonómica en materias sensibles como inclusión, seguridad y transición ecológica.
Aun con esas concesiones, el discurso incluyó señales dirigidas al electorado moderado. Pérez Llorca prometió evitar “la política del fango” y buscó transmitir un tono institucional que marque distancia respecto a episodios recientes de confrontación.
El desafío de su mandato será compatibilizar ese estilo con las exigencias de un socio parlamentario que ya demostró su capacidad para tensar la gobernabilidad valenciana.









