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El segundo trimestre de 2025 ha traído una foto mixta para el mercado laboral y empresarial en España. Mientras los salarios han crecido a un ritmo más moderado -3,6 % en grandes empresas y pymes-, la creación de empleo se ha mantenido firme, con un incremento del 2,8 % en el número de trabajadores.

La información publicada por la Agencia Tributaria refleja datos procedentes de más de un millón de sociedades y muestra señales de desaceleración, pero no de deterioro.

Las ventas empresariales, por su parte, también han perdido algo de impulso al crecer un 4 % interanual, impulsadas especialmente por el mercado interno.

En contraste, las exportaciones apenas se movieron, golpeadas por un contexto internacional más tenso, marcado por la incertidumbre y las fricciones comerciales.

¿Está perdiendo fuerza el crecimiento salarial?

Los datos muestran una desaceleración clara en la evolución de los sueldos. Del 5,1% registrado durante la primera mitad de 2024, se ha pasado a un 3,6% en el segundo trimestre de este año.

Esta moderación no implica un retroceso en términos reales, pero sí marca un cambio de ciclo en la política de remuneraciones de las empresas, que parecen adoptar una postura más cautelosa ante un entorno económico incierto.

Esta evolución salarial, sin embargo, no ha frenado la creación de empleo. El número de perceptores de rendimientos del trabajo se mantiene al alza por tercer trimestre consecutivo.

La clave parece estar en la capacidad de las empresas para sostener niveles razonables de actividad comercial, gracias a un consumo interno que sigue respondiendo, especialmente en sectores como la construcción, el software y los bienes intermedios.

¿Por qué aumentan los despidos colectivos si el empleo no cae?

Pese a los buenos datos agregados, los despidos por expedientes de regulación de empleo (ERE) aumentaron un 34,6 % en lo que va del año. Más de 4500 personas perdieron sus trabajos por esta vía hasta mayo, la mayoría en pequeñas y medianas empresas del sector servicios.

El repunte de los ERE se da en paralelo con una reducción de los ERTE, lo que confirma una tendencia hacia ajustes estructurales más permanentes.

Casos emblemáticos como los de Freixenet, Bimbo, Azucarera o Alcampo ilustran la complejidad del panorama: sectores tradicionalmente fuertes, como la alimentación, la distribución y la industria, atraviesan procesos de reestructuración que combinan cierres de plantas, reconversiones tecnológicas y recortes de plantilla.

El cierre de fábricas como la de BSH en Navarra o el ajuste de Bridgestone en el País Vasco y Cantabria son signos de alerta que no pasan inadvertidos.

Si bien la foto global del empleo sigue siendo positiva, la aparición sostenida de ERE en grandes firmas sugiere que el mercado laboral español está en una fase de transición, con riesgos de segmentación y pérdida de empleos de calidad si no se fortalece la inversión productiva.