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La preocupación en torno a la reina Sofía se ha intensificado en las últimas semanas. Su entorno más cercano confirma que atraviesa uno de los momentos más complicados de su vida, marcado por el dolor emocional y físico.

El motivo principal es el grave deterioro de la salud de su hermana, Irene de Grecia, que ha afectado profundamente a la reina emérita. Según fuentes cercanas, Sofía "siente dolor en el cuerpo y el alma" y apenas consigue descansar en medio de esta difícil situación.

Una voz experta que revela el estado de la reina consorte

Entrevistada por la revista alemana Gala, la periodista Pilar Eyre, reconocida analista de la Casa Real, ha expresado sin eufemismos lo que muchos contemplan con preocupación: "la reina Sofía siente dolor en el cuerpo y el alma", y "llora día y noche y su hasta hace poco vigorosa constitución empieza a dar señales de desgaste".

La causa principal de esta situación es el agravamiento de la salud de su hermana, Irene de Grecia, afectada por un deterioro cognitivo importante, posiblemente vinculado al Alzheimer. La preocupación se intensifica cada día, y ha forzado a Sofía a poner a un lado incluso su participación en Marivent.

El entorno de apoyo que sostiene a la reina en tiempos duros

Aunque su fortaleza ha sido una imagen emblemática durante décadas, en esta etapa la reina no está sola. Sus hijas, la infanta Elena y la princesa Cristina, han asumido un papel fundamental: "no la han dejado sola ni un momento y son las que organizan el operativo médico de su tía Irene".

También se ha activado toda una red de apoyo: médicos, enfermeras e incluso capellanes, tanto ortodoxos como católicos, están presentes día y noche en Zarzuela.

Por su parte, aunque el rey Felipe VI debe continuar con su agenda de Estado, aprovecha estar cerca para brindar a su madre el acompañamiento que necesita.

Una presencia apagada

Los indicios visuales también hablan por sí solos. En su última aparición en Marivent, Sofía lucía más delgada, con ojeras marcadas y un andar tambaleante que contrastaba con su imagen habitual Su sonrisa, antes constante, ahora a veces parece "una mueca de padecimiento", con ojos apagados y dificultad al hablar.

Este deterioro visible refleja que el dolor que siente trasciende lo emocional y ha calado también en su estado físico más básico.

Entre deber y afecto familiar

Esta situación compleja no se limita al cuidado directo. Eyre revela que doña Sofía vive una "vigilia dolorosa" junto a su hermana, durante la que ha revaluado sus prioridades. Aun así, ningún comunicado oficial ha salido desde Zarzuela, lo que refuerza el carácter íntimo y duro de su lucha.

Su fortaleza siempre ha sido proverbial, pero ahora se muestra más humana que nunca: dolida, vulnerable, sincera. Eso motiva que la familia complete un contrapeso donde el deber público convive con la compasión privada.