El impacto del uso de pantallas en la infancia y adolescencia es una preocupación creciente entre los profesionales de la salud. Así lo expresa la pediatra Anna Gatell, quien, desde su experiencia en atención primaria, ha participado activamente en la elaboración del nuevo Protocolo de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud en la edad pediátrica, ya vigente en Cataluña.
Este documento incorpora recomendaciones específicas sobre salud digital y busca reforzar el papel de las familias en la crianza y educación de los menores, especialmente en relación con el uso de dispositivos móviles.
El papel clave de las familias en el desarrollo infantil
Para la doctora Anna Gatell, el entorno familiar sigue siendo el pilar fundamental en la formación de hábitos saludables desde los primeros meses de vida. "Cuando la familia entra en la consulta con el bebé, nosotros, como pediatras, lo primero que tenemos que hacer es intentar transmitir el mensaje del modelaje, que es muy importante: lo que antes se decía predicar con el ejemplo", afirma en diálogo con El Periódico. En su opinión, los tres primeros años de vida son cruciales, ya que el niño crece siguiendo los modelos que le rodean.
En este sentido, Gatell destaca la necesidad de advertir a las familias sobre los riesgos asociados al uso temprano de pantallas. "Tenemos que ser capaces, dentro de la consulta, de poder decir a las familias que las pantallas provocan una pérdida de oportunidades". Según señala, el tiempo que se dedica a dispositivos digitales suele restarse de actividades esenciales para el desarrollo emocional y cognitivo, como el juego, el vínculo afectivo o la interacción verbal.
Pese a las dificultades, la pediatra observa ciertos avances positivos: "Sí notamos una mejora, sí, aunque lo seguimos viendo y seguimos trabajando, y se ha recogido en el protocolo". Las visitas médicas a los 1, 4 y 12 meses ahora incluyen mensajes claros sobre salud digital y preguntas para detectar posibles conductas de riesgo.
Anna Gatell, pediatra: "Los padres han tirado la toalla"
La situación, sin embargo, se torna más compleja en la etapa de la preadolescencia. "La etapa que más nos preocupa es la preadolescencia. Vemos que hay una pérdida de autoridad de los padres y un desconocimiento de la peligrosidad del móvil. Han tirado la toalla y realmente no son conscientes de los riesgos del mal uso", alerta Gatell.
Los efectos del uso excesivo de pantallas en esta franja de edad van desde el sedentarismo hasta alteraciones del sueño, pasando por problemas de concentración y afectaciones visuales. En palabras de la especialista: "Se trata otra vez de una cuestión de pérdida de oportunidades". La pediatra subraya que pasar horas frente a un dispositivo implica dejar de lado actividades mucho más beneficiosas para la salud integral del menor, como el deporte, la socialización o el simple hecho de conversar.
Los adolescentes más vulnerables son los que preocupan especialmente a los profesionales: aquellos con antecedentes de acoso escolar, entornos familiares frágiles, o condiciones como el TDAH, el TEA o trastornos de ansiedad. Según Gatell, estos perfiles son más propensos a desarrollar una adicción a los dispositivos digitales.
Ante este panorama, el nuevo protocolo ofrece herramientas para acompañar a las familias de manera más cercana. Se han incorporado revisiones médicas a los 10, 12 y 14 años con el objetivo de detectar a tiempo los riesgos asociados. "Es más trabajo para nosotros, pero nos ayudarán a acompañar a las familias un poco más de cerca en estas edades", explica la especialista.