

¿Hoy anuncia que se baja?
Se sube, en todo caso.
Pregunta y respuesta que diferencia el vaso medio lleno y vacío, de una resignación al desafío de una nueva carrera, sobre el cambio de categoría de Julián Domínguez, que ayer pasó de presidenciable a precandidato a gobernador bonarense. El titular de Diputados forma parte del G7 pejotista, ese invento de Cristina Fernández de Kirchner para oficializar las postulaciones a sucederla, que repartió, de Daniel Scioli a Florencio Randazzo entre otros, vicepresidencias ad honorem.
Sus nuevos rivales, que por ahora quedan en pie a la espera de una contraorden presidencial, son los ya lanzados Diego Bossio (titular de Anses) y los intendentes Patricio Mussi (Berazategui) y Fernando Espinoza (La Matanza). El sciolismo podría aportar a su ministra Cristina Alvarez Rodríguez y al recuperado Martín Insaurralde.
Si bien su figura se nacionalizó al proponer el traslado de la Capital Federal a Santiago del Estero, desde un primer momento en las mesas políticas bonaerenses descontaban que Domínguez, peronista de raza oriundo de Chacabuco, "bajaría" a la provincia. Y el protagonista alimentaba la idea, al evitar el rótulo de "presidenciable" por un "Julián 2015" multiuso.
Todo el día de ayer estuvo cargado de rumores hasta que el propio Domínguez lo confirmó en el programa oficialista de TV "678". Sin sorpresa, fue la crónica de una decisión anunciada. Sus recientes fotos de campaña con Randazzo, siendo Domínguez un solapado crítico de la gestión naranja, anticipaban un eventual acuerdo de boleta. Hoy tendrá su primer acto como aspirante a gobernador.
Para aportarle épica, el anuncio dominguista vino antecedido por dos encuestas que lo posicionaban como un candidato bonarense competitivo. La última, de Ricardo Rouvier, lo ubicó primero si es apoyado por Scioli, Randazzo y Cristina con 27,6%, seguido de la macrista María Eugenia Vidal (20,2). Con los números en la mano, se montó un explosivo Operativo Clamor, generado al trascender el guiño presidencial, de intendentes y diputados afines.
Aunque era previsible, la jugada reformuló los supuestos de la estrategia presidencial de los próximos comicios, entre aquellos que imaginan una bendición explícita de la mandataria. Hasta entonces, habrá PASO.













