“La economía no es una profesión para los hambrientos de publicidad, excepto en la Argentina”, advierte en la primera línea un artículo publicado en The Economist, que busca retratar la insospechada fama que adquirieron en los últimos años varios de los economistas argentinos, incluso hasta en las noticias de la farándula vernácula.

Cita el caso, por ejemplo, de Tomás Bulat. “Cuenta con tres títulos, conduce un programa televisivo semanal y ha escrito dos libros de gran venta”.

The Economist detalla que Bulat cuenta con 179.000 seguidores en Twitter, contra 41.000 de Ricardo Darín, “el actor más famoso”, y 34.000 de Andrés Calamaro, “un conocido rock star”. “Eun reciente almuerzo en Mar del Plata este corresponsal pudo ver cómo mozos y comensales se acercaron a Bulat, y desde una mesa lo invitaron a compartir unos calamaris”, mientras alguien le pedía sacarse una foto “para mostrar a sus amigos”.

La nota también menciona el caso de Martín Lousteau, casado con la actriz Carla Peterson, y el de Martín Redrado.

Victoria Giarrizo, de la Universidad de Buenos Aires, atribuye la celebridad de los economistas a la volatilidad que carcateriza a la economía argentina. “Tener a los economistas apareciendo frecuentemente en televisión y en los diarios no es una buena señal”, se resigna.