El profesor de derecho constitucional con extensa trayectoria política Michel Miguel Elias Temer Lulia, un conservador de 75 años, asumirá en pocas horas la presidencia de Brasil, tras la destitución por parte del Senado de la ex presidenta Dilma Rousseff por 61 votos a favor, y 20 en contra. Será la tercera ocasión en que el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) colocará en la más alta carga del Estado un nombre propio sin pasar por el examen de las urnas desde la recuperación democrática en 1985.

En ese arte de gobernar sin competir con candidato propio por la presidencia, lo precedieron José Sarney, que hace 31 años ascendió al poder por la muerte de Trancredo Neves pocos días antes de la fecha de asunción, e Itamar Franco, tras la caída de Fernando Collor de Mello, quien renunció en la víspera de ser condenado por el Senado en un juicio político por delitos de corrupción en 1992.

El PMDB tiene fuerte arraigo territorial –posee la mayor cantidad de gobernadores y alcaldes en el país—, detenta la primera minoría en las dos cámaras del Congreso, y tuvo éxito en su estrategia de dar sustento a los presidentes victoriosos, en un sistema político muy fragmentado que obliga a negociar apoyos de forma permanente.

Permaneció al calor del poder en las últimas tres décadas, con excepción de los primeros años del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que sin embargo abandonó la resistencia y pactó con la agrupación de centroderecha cuando avanzaron las denuncias de corrupción por compra de votos a legisladores aún durante su primer mandato.

Temer fue vicepresidente de Dilma desde 2010, y cuando su partido rompió la alianza de gobierno a finales de marzo, poco pasó para que otras agrupaciones de menor porte siguieran su camino, lo que puso viento en popa al impeachment, reduciendo la base de apoyo oficialista a un puñado de siglas de izquierda.

Temer jurará como presidente esta tarde en una ceremonia breve en el Congreso, y partirá raudo a China para participar de la cumbre del Grupo de los 20, el primero de una serie de viajes que lo llevarán a Argentina, India y Estados Unidos hasta final de año, con los que busca dar vuelta la página de la crisis política y volver a colocar a Brasil en la ruta de los inversores.

El eje de su mandato hasta 2018 será sacar al gigante sudamericano de la peor recesión en casi un siglo con más políticas de ajuste, cuya implementación tendrán el apoyo de la socialdemocracia en el Congreso, pero encontrarán resistencia de los sindicatos y actores sociales organizados, que además cuestionan la legitimidad de ejecutar su plan sin el respaldo de los votos.

Otro capítulo será ver el camino que toman en la Justicia las denuncias de corrupción que rodean a Temer y la dirigencia del PMDB en momentos en que el establishment reclama por gobernabilidad.