El Gobierno negocia un swap con Estados Unidos por u$s 20.000 millones, entre otros instrumentos, para reforzar la situación financiera de Argentina. Sin embargo, esa operación financiera puede conllevar ciertos riesgos, según advierten especialistas. La caída en la deuda externa que viene anotando el Gobierno tiene sus riesgos por el creciente déficit en cuenta corriente. Lo que ahorra en los pasivos se desdibuja por la debilidad de la situación cambiaria y la menor cantidad de dólares disponibles. En ese cuadro, un préstamo adicional (como el que anunció el secretario del Tesoro, Scott Bessent) podría agravar la situación: crecería la deuda y la balanza de cuenta corriente quedaría aún más comprometida. Economía sostiene que la deuda externa cae, y que tanto el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por u$s 20.000 millones, así como el que está en negociación con Estados Unidos no se tratan de nueva deuda, sino que son para cubrir o cancelar deuda existente. En el caso del primero, se refiere a que se usó para cancelar la deuda que el Tesoro argentino tenía con el Banco Central tras haber colocado Letras Intransferibles. En el caso del segundo, la hipótesis más sólida sobre la mesa es que se usará para cubrir los vencimientos de deuda de enero y julio, ambos por más de u$s 4000 millones cada uno. Esta última idea por si sola asistió para comprimir el riesgo país, que se había disparado ante la posibilidad de que no se alcanzaran a cubrir los vencimientos de deuda por el bajo nivel de acumulación de reservas. En el costo de la deuda que se tomaría con Estados Unidos y -dado el antecedente del swap con China- está la posibilidad de que no se conozca el costo total de ese préstamo. La expectativa de analistas es que se aplique una tasa de referencia, como la SOFR -tasa de financiamiento garantizada a un día, hoy en 4,18%-, junto con una tasa adicional. Cabe aclarar que, de efectivamente tratarse de un swap, la tasa solo se paga si se usan los recursos y sobre los fondos usados, no sobre el total transferido. "La asistencia apunta más probablemente a garantizar que Argentina pueda cumplir con sus pagos de deuda externa", analizaron desde Adcap, con la mira puesta en enero y julio. Entre los bonos que vencen en enero del año próximo se cuenta el Bonar y Global 29 y 30, fijado bajo ley extranjera con tasa fija de 1% y 0,75% anual, a lo que se suma una amortización "step up" 8% y 10%. Aunque se desconoce qué tasa puede aplicar el Tesoro de EE.UU en una operación de este tipo, se cree que el financiamiento de esa fuente -así como también del Fondo Monetario Internacional- resulta más conveniente que el de salir a tomar deuda en los mercados. Una de las dificultades que enfrenta el escenario de deuda es la situación de la cuenta corriente. Según advirtió Roberto Arias, exsecretario de Política Tributaria, el año pasado el país contrajo su deuda externa, "sin embargo, es muy posible que en este año, la tendencia se de vuelta (los datos del primer trimestre son preocupantes). Lo relevante, en todo momento, es lograr que la cuenta corriente sea positiva". Según informó Indec, la cuenta corriente mejoró respecto del trimestre anterior pero igual se ubicó en terreno negativo por u$s 3016 millones. "El punto central es si el Gobierno aprovechará esta calma transitoria y el apoyo externo para rediseñar el programa, o si solo buscará ganar tiempo. A nuestro juicio, una modificación del programa es inevitable: aun con la suba de casi 20% de los últimos meses, el tipo de cambio real (el dólar) continuará generando desbalances en la cuenta corriente", agregaron desde Invecq. Hacia 2026, desde Invecq analizaron que la cuenta corriente mostraría un déficit de u$s 10.500 millones, algo que el superávit comercial no alcanzaría a cubrir.