Para cuando los invitados comenzaron a llegar, Alejandro Granados ya había acomodado, él mismo, las sillas alrededor de una larga mesa. También, micrófono en mano, había hecho la prueba de sonido. Los vicios de anfitrión, pendiente de cada detalle, que suele desplegar en su asador, el Mangrullo, el flamante ministro los desplegó para reactivar el Consejo Provincial de Seguridad Pública. Con casi tres años de parálisis, la situación lo ameritaba.
Los primeros responsables de la seguridad son los intendentes, son ellos quienes más cerca del vecino están y tienen que ponerse al frente, expresó el jefe comunal de Ezeiza (con una licencia que corta una racha de 18 años). Al Sheriff lo escuchaban los presidentes de ambas cámaras de la Legislatura provincial, el vicegobernador Gabriel Mariotto (Senado) y Horacio González (Diputados), ambos kirchne-sciolistas, ante otros tiempos en que ambas categorías implicaba oficialismos distintos.
Con la presencia garantizada de representantes del bloque del FpV, la expectativa estaba puesta, por sobre todas las bancadas opositoras, en la silla reservada al massista Jorge DOnofrio. Y no quedó vacía. Aunque el presidente del bloque renovador en la cámara alta se sentó con una advertencia: Rescatamos la convocatoria, sólo espero que no sea una foto más para que luego se diluya. El espacio del tigrense, con el puntapié del nuevo tramo de campaña para las legislativas, condimentó la reunión con una solicitada reclamando el debate por la Policía Comunal. Las denuncias cruzadas de cajonear el proyecto (que primero mandó el gobernador Daniel Scioli y luego Sergio Massa presentó el suyo) fue eje en las PASO.
Granados recogió el guante al declararse hincha fanático de las policías locales. Que haya sido uno de los primeros en aplicar esas fuerzas en Ezeiza es el contrargumento sciolista ante la jactancia renovadora.
Amén de algunas quejas que trascendieron, como la demora en la entrega de patrulleros por falta de ploteo y la subejecución presupuestaria del ministerio (que Granados pudo esquivar aún evitando pegarle al aún ministro, pero de Justicia, Ricardo Casal), fuentes oficiales sintetizaban la reunión como un respaldo a la nueva gestión.
Luego de la despedida, con la promesa de reencontrarse dentro de 60 días sumando a intendentes y más funcionarios sciolistas, González opinó que Granados habló como defensor de la policía local o municipal y planteó la necesidad de su creación. Se vendrá otra temporada de la novela.
Apelando a la máxima peronista de la tercera posición, el massismo resignó su texto y abrazó el del sabbatelista Marcelo Saín. La idea es consensuar el nuestro con el de Saín, confían en la Gobernación. Sin embargo, el calendario electoral lo convierte en una difícil misión en el corto plazo. Cerca de Granados apuestan que provincializar su gestión de Ezeiza implica, en la práctica, avanzar sobre la implementación de la policía municipal con o sin ley. Su discurso de ayer le entregó, en palabras, el control de la policía a sus pares. El debate legislativo debe resolver quién administrará los fondos: si los municipios o la provincia.