

Luego del sangriento estallido social que se produjo hace 20 añospor el derrumbe de la Convertibilidad el 20 de diciembre de 2001, un economista tuvo que hacerse cargo del default declarado por el gobierno de Fernando De la Rúa, las cuentas bancarias bajo el "corralito", bancos cerrados y una situación social, político e institucional extrema. En una entrevista con El Cronista contó los detalles de gobernar en aquel momento.
Jorge Remes Lenicov fue quien ideó el programa de salida de la Convertibilidad. Suele aparecer en libros junto a los nombres de Erman González o Celestino Rodrigo, por haber llevado a cabo ajustes en momentos de ‘explosión' del país.
Asumió como Ministro de Economía el 3 de enero de 2002 bajo la presidencia de Eduardo Duhalde, quinto de una lista de funcionarios que renunciaron sucesivamente durante dos semanas después de la renuncia de De la Rúa.
Quién ya había sido ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires llegó al poder con 36% de pobreza, 18,3% de desempleo, más de 10 tipos de cuasimonedas, y u$s 9.000 millones de reservas en el Banco Central.
- Sostiene que el colapso de la convertibilidad fue la crisis más prevista de la historia, ¿Por qué?
- Fue la crisis más previsible de nuestra historia porque en el año 1998 empezó la recesión. Desde esa época hasta fines del 2001 la economía cayó 17%. La inversión 45%. Todos los indicadores eran muy malos. Y bueno, en el año 2001 el riesgo país era 4000 y las reservas se habían caído 60%, los depósitos 23%.

- Ese dato de la caída de reservas, ¿significa que una salida en 1999 de la Convertibilidad era menos dolorosa?
- Exactamente. Si se hubiera salido en 1999 había reservas, no había corrida bancaria, el riesgo país era razonable. Pero cuando uno se enamora del instrumento y la realidad va por otro camino, hay aceptar que hay que deshacerse del instrumento. Todo lo que se fue haciendo en el 2000 y 2001 fue tratar de mantener la Convertibilidad, cuando el dólar ya cotizaba a $2 en Montevideo y el dólar futuro estaba también en $2. Incluso se trató de incorporar el euro y había varios tipos de cambio. Fue un intento que la realidad lo desbordó. La gente había perdido la confianza en la Convertibilidad.

- Damill, Frenkel y Rapetti sostienen que el alto costo social no se produjo por el default, sino por su postergación, que llevó a que el gobierno someta al país a grandes esfuerzos para mantener al día el servicios de la deuda, ¿coincide?
- Si, cuando la economía está desajustada, me refiero a los precios relativos -en ese momento el dólar estaba atrasado- hay que ajustarla. En nuestro país se critica al que hace el ajuste y no al que hace el daño, el desajuste. Es parte de nuestra cultura. El tema es que si uno no anticipa el ajuste, luego el mercado lo hace.

Siempre es así porque la economía tiene que buscar un equilibrio. No puede vivir desajustada. Si está desajustada aumenta: la deuda, la desocupación o la recesión. Si no hay anticipación al reordenamiento marcoeconómico lamentablemente el mercado ajusta. Digo lamentablemente porque a ninguna persona le gustan los ajustes, pero el problema son los desajustes. Yo creo que ya en el año 1999 la economía estaba desajustada y después siguió desajustándose.

- Usted era consciente de la situación del país, ¿dudó aceptar ser quien debía hacer "el trabajo sucio"?
Era absolutamente consciente. Como todos los que me acompañaron, que fue un equipo de economistas de primer nivel. Yo siempre fui miembro del partido justicialista y después de ser ministro de Economía de Cafiero en la Provincia, en 1997 entré como diputado con la idea de armar un equipo de economistas para la campaña de 1999. Desde ese momento Duhalde me presentaban como futuro Ministro.

Cuando se produce la crisis de 2001 y la renuncia del Presidente De La Rúa -luego de varios presidentes previsionales- asume Duhalde y me llama por teléfono. Uno no le pude decir "no, la situación es difícil, llamame en otro momento", es un problema de responsabilidad social. Si nos habíamos preparado con un grupo de economistas para hacer frente a una situación crítica, había que hacerle frente. Pero, éramos muy conscientes de que la situación era brava. Nosotros estábamos convencidos de lo que teníamos que hacer, la única alternativa que veíamos era esa.

- ¿Cómo fueron sus primeros días como Ministro de Economía a comienzos de 2002?
- Fueron muy difíciles porque uno tenía que hacer todo a la vez. Tenía que aplicar una política de shock porque la situación era tal que uno no podía decir "voy a devaluar un poquito" o "voy a hacer un ajuste este año y otro al siguiente". Nosotros si bien hubo muchas presiones, al programa ya lo teníamos hecho.
- ¿Qué presiones?
- De todos los sectores. Porque una crisis para un país es como una empresa en quiebra: reparte pérdida. Cuando la economía está muy desajustada, en una situación tan crítica como el 2001 no había nada para repartir y satisfacer a todos. Uno lo que tenía que hacer era tratar de que los cambios no fueran muy explosivos, ni generaran nuevos problemas.
Nosotros actuamos en todos los campos de la macroeconomía con la devaluación, la pesificación asimétrica, el equilibrio fiscal, la restricción monetaria, la política de ingresos, la reconstrucción de los contratos, los derechos diferenciales de exportación, el enfrenamiento de la deuda interna, la desdolarización de las tarifas y el acuerdo con las provincias para que tengan equilibrio fiscal.
Todo eso lo hicimos en 60 días. Si no lo hacíamos en 60 días éramos conscientes que las presiones de los distintos sectores iban a ser tales que corríamos el riesgo de que todo se desbarranque. Entonces desde el primer día que asumí dimos a conocer el programa, y a fin de febrero ya teníamos todo el programa puesto en marcha.
- Luego de una devaluación del 300% la economía empezó a crecer en abril de 2002, ¿cómo se logró el rebote tan rápido?
- Sí, la economía empezó a crecer y no tuvimos ninguna hiperinflación. Si bien cuando uno devalúa 300% tiene un impacto sobre precios que es el pass-through, fue muy bajo. A fin de año, el último trimestre de 2002 ya la inflación era equivalente al 8% anual y al año siguiente fue del 4%. Y el dólar, que siempre sucede lo mismo cuando se libera el tipo de cambio controlado, tuvo un overshooting que significa que llegó a $3,5 pero después empezó a bajar y en el 2005 estaba $2,90.
- Para que la economía comience a crecer rápidamente, ¿fue fundamental el bajo costo de la mano de obra?
- El costos de la mano de obra en pesos no, pero en dólares sí. También pasar de $1 a $3 por dólares permitió un fuertísimo aumento del saldo comercial, que dio mucho aire a la economía porque incluso aumentó mucho el turismo. Y, con un tipo de cambio tan alto -que los que seguían la coyuntura sabían que no podía seguir subiendo porque no había pesos para seguir comprando dólares- empezó a darse un proceso de uso de los dólares para compra de propiedades, o automotores. Salieron del colchón entre 15 y 20.000 millones de dólares que ayudaron a la reactivación.
Los precios internacionales recién empezaron a aumentar en el 2004, de marzo a abril de 2002 se revirtió el ciclo y ya a fin de año el nivel de actividad era superior al de 2001 y la inflación terminó casi en estabilidad, más a los niveles actuales. Además, logramos equilibrio fiscal consolidado y tampoco hubo expansión monetaria por sobre la demanda de dinero.












