Jaime Campos fue reelecto la semana pasada como presidente de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), un exclusivo club del que participan en forma personal algunos de los hombres de negocios más ricos del país. Es su costumbre de Campos no arriesgar demasiadas definiciones. Pero, en diálogo con El Cronista, se atrevió a augurar que el tipo de cambio todavía va a seguir apreciándose un tiempo, algo que atribuyó al optimismo y confianza de los actores económicos con el rumbo del gobierno de Mauricio Macri, a quien se refiere como "el ingeniero". Defendió a los empresarios en su puja con el Gobierno por los precios.
El Gobierno pretende que los empresarios moderen las subas de precios. ¿Cree que responderán?
La posición de AEA es que la inflación es un problema macroeconómico, y no de decisiones de empresas individuales. Nos parece que toda esta discusión sobre precios está mal encaminada. En lo que hay que trabajar es en bajar la inflación. Y esto se hace con políticas macro. El problema es que este Gobierno ha heredado una inflación muy alto producto de malas políticas macroeconómicas del gobierno anterior. Ahora se inicia una etapa nueva y nosotros somos optimistas y creemos que las medidas que se están tomando conducirán gradualmente a una baja de la inflación.
¿Qué orden espera que tenga la inflación de los próximos meses?
No me gusta dar un número. Pero nosotros creemos que la inflación va a ir bajando, aunque no puedo decir desde qué mes. Para reducir la inflación hay que tomar medidas en materia fiscal, monetaria, destrabar. En ese sentido el cepo a tenido un efecto terriblemente negativo sobre la economía argentina y sobre el mundo productivo. Y también algún tipo de concertación entre sectores de la empresa y los mundos de los trabajadores.
¿Qué opina de la amenaza de abrir la importación de productos como la carne si los empresarios no moderan el alza de los precios?
Una política antiinflacionaria incorpora una serie de elementos. Excepcionalmente puede ser útil ese mecanismo de abrir la importación pero no parece que tenga que ser el más habitual.
En la Argentina, las convocatorias a acuerdos políticos y sociales no resultaron. ¿No cree que las actitudes de empresarios y gremios ya son malos augurios?
La AEA piensa que es muy importante trabajar para este acuerdo económico social, pero que tiene que ser un acuerdo que vaya más allá de lo específicamente salarial. Eso se hace en las paritarias, y en la Argentina van a ser libres. Tienen que apuntar al crecimiento, a la productividad y a un aspecto muy importante que muchas veces nos olvidamos: cómo incorporar a quienes no están incorporados al mundo del trabajo. Especialmente los jóvenes y las mujeres.
El Gobierno habla claramente de una acuerdo que ayude a moderar la inflación en los próximos meses, y eso es parar la puja distributiva precios - salarios...
Más que pararla es canalizarla. Todo lo que sea encauzar lo que sean tensiones salariales, de modo que las políticas que se están implementando se estabilicen, va a permitir planificar para adelante qué se espera de este acuerdo económico social, los temas a incluir... Cuando el Gobierno avance va a ser mucho más útil el acuerdo.
¿Qué reflexión le suscita el cambio de política frente a la protesta social que se vio en el conflicto de Cresta Roja?
Justamente puede ser parte de ese gran acuerdo. Es importante canalizar y ordenar la protesta social. El derecho a expresarse tiene que respetarse a rajatablas pero también hay un derecho a circular. Entonces me parece positivo que se esté trabajando en un protocolo de protesta. Una cosa es darles la posibilidad de ser escuchados y otra que se extralimiten impidiendo la circulación.
¿Qué margen tiene el Gobierno para la baja de los subsidios en un verano en el que la inflación será alta, se adelanta la discusión por los salarios y habrá cortes de energía?
Los que tenemos cierto nivel de ingreso estamos pagando tarifas bajísimas. Los sectores altos y medio altos de la sociedad pueden pagar tarifas más altas de las que están pagando, sobre todo de luz y gas. Pero de todos modos hay que ser muy cuidadosos para no afectar a los que menos tienen.
¿Cree que es imprescindible un ajuste? ¿Con una política de shock o con gradualismo?
El Gobierno está encarando una estrategia que es adecuada. Lo mejor que puede ocurrir es generar las condiciones para que el país retome el crecimiento. Si esto pasa, el déficit fiscal se va a ir solucionando aunque gradualmente. En ese sentido a nosotros nos parece muy, muy positivo el levantamiento del cejo. La economía argentina estaba estrangulada. Es cierto que ahora hay que acomodar las cargas, pero no teníamos vida.
Ahora que el cepo ya no existe, ¿Qué falta para que se concreten esos $ 10.000 millones de inversiones ya analizadas y aprobadas de que habla el ministro de Producción, Francisco Cabrera?
Resolver el tema con los holdouts, y se ve que el Gobierno acelera el ritmo, aunque obviamente se debe negociar cuidando el interés nacional. Pero hay que resolver ese problema, porque sin hacerlo, no accedemos al mercado de capitales, que es la llave de miles de proyectos de empresas, bancos, grupos individuales y entidades multilaterales.
¿A qué atribuye la baja del dólar de los primeros días sin cepo? ¿Es algo sostenible, o sólo coyuntural y vuelve el blue?
Lo que percibo en el mundo empresario es que hay un cambio muy importante en cuanto al aumento en la confianza. Y eso hace que por un tiempo el Gobierno va a tener el problema inverso, va a tener que sostener el tipo de cambio para que no se retrase en exceso.
¿Este dólar es competitivo para los empresarios?
Los empresarios son un universo muy variado. Hay que ver como evoluciona. El levantamiento del cepo, la quita de las retenciones, la estrategia política de dar confianza, transmitir que se va a ir por un camino razonable, que no va a haber sorpresas. Y la posibilidad concreta de hacer operaciones... No tengo información para decir si el tipo de cambio es suficiente, pero veo un entusiasmo tan grande en el ambiente.