Creativo, ansioso, de claro perfil ejecutivo, Hernán Lombardi pasó de ocho años a cargo del ministerio de Cultura de CABA y cuatro al frente del ministerio de Medios Públicos de Mauricio Macri, a la Cámara de Diputados. Es radical, pero llegó por el PRO y bajo el respaldo del ex presidente, especialmente agradecido por su compromiso en el último tramo de su gobierno, cuando se hizo cargo de las marchas del "Sí, se puede, que descontaron la diferencia con Alberto Fernández.

En diálogo con El Cronista habló de la narrativa que necesitará la oposición en su apuesta para volver al poder, analizó por qué los artistas están alejándose del kirchnerismo y reconoció que hubo una "fanatización" con las redes sociales que no fue apropiada para explicar las transformaciones que se hicieron.

Foto: Antonio Pinta.

-Usted fue, de algún modo, el factótum de la remontada de Mauricio Macri en el 2019. ¿Cómo logró convencer al núcleo de decisiones que rodeaba al ex presidente de que valía la pena salir a la calle para movilizar al votante?

-La verdad es que no fui solo yo, y no es por falsa humildad. Realmente fue un equipo. Es cierto que había gente que con el resultado de las PASO había bajado los brazos, mientras que nosotros nos mantuvimos con la energía hasta último momento, pero todos nos arremangamos en ese último tramo. De hecho, sacamos 11 puntos más que en la elección que en las PASO lo que se tradujo en 12 diputados más, por ejemplo, y que el Congreso no se transformara en una escribanía del Frente de Todos. Además, creo que ahí se sentaron las bases de las marchas del 2020 y la narrativa básica con la que seguimos, la necesidad de la unidad y la convicción de que nuestra fuerza no era testimonial, sino que iba a buscar volver al gobierno. Recuerdo que Mauricio dijo "nos vamos con la frente en alto y las manos limpias" y se comprometió a seguir estando, a mantener vivo el entusiasmo por el cambio.

-Pero antes no existía ese entusiasmo, se generó con la derrota.

-Después de lo que pasó en diciembre de 2017, con las piedras y el gordo del mortero, con esa agresión fenomenal que se sumó a otras varias que se fueron dando a partir de ahí, el gobierno de Macri tendió a replegarse y los dispositivos de seguridad se transformaron en algo muy importante. Lo mismo sucedió con María Eugenia Vidal. Es razonable que haya pasado algo así. Con las marchas del "Sí, se puede" pusimos a Mauricio al lado de la gente, tomamos riesgos en materia de seguridad, y todo salió perfecto. También hubo un salto cualitativo en la maduración del PRO y de Macri en su relación con la gente. Todos salimos cambiados para mejor. En la génesis del PRO siempre estuvo la escucha y la proximidad, pero desde los livings hasta la emocionalidad de esas movilizaciones hubo un salto cualitativo que profundizó criterios que venían desde antes.

Foto: Antonio Pinta.

-¿Qué piensa de lo que dice siempre Pichetto, en el sentido de que el equipo de comunicación de Macri despreciaba a los medios tradicionales?

-Diría que el buen diagnóstico sobre las redes sociales, que pasaron a tener un rol central en la comunicación, se terminó fanatizando. Es una idea correcta, pero al volverse una idea fanática puede aparecer un sesgo que termina perjudicando. Pasa habitualmente que tendemos a enamorarnos de una idea de la que no nos desprendemos cuando es el momento oportuno.

-¿Diría que hay un reposicionamiento de la imagen de Macri?

- Sí, y creo que tiene que ver con esa maduración que vivió en el último tramo y con la coherencia que mantuvo aún cuando dejó el gobierno. La coherencia garpa. Pensemos que Mauricio dejó un alto nivel de reservas de libre disponibilidad, que no gastó en el proceso electoral. Alberto Fernández gobernó tres meses y vino la pandemia y sobrevivimos, así que tan mal no dejamos las cosas, la crisis heredada no era tal. A su vez, creo que hay un crecimiento de Mauricio Macri en términos de liderazgo, por los temas que aborda, temas de estadista. No habla todos los días, salvo cuando lo considera necesario, y siempre de temas estructurales que se presentan en la coyuntura.

Foto: Antonio Pinta.

-¿Cree que Juntos por el Cambio está preparado para la batalla por las ideas que necesita el país?

-Creo que 2022 es el año del armado de los programas y del armado de equipo, al mismo tiempo que se pone límite a los atropellos, por supuesto. Esto implica una pelea cultural importante que hay que dar en el plano de los valores, porque esa pelea en nuestro país ha fracasado. Y también elegir un candidato a presidente que tenga claro que va a plantar árboles cuya sombra no va a gozar, porque desde el 2023 al 2027 tiene que venir un período sin populismo. Tiene que ser un hombre, o una mujer, con el suficiente nivel de desprendimiento que no le importe el presente, sino sentir las bases del futuro.

-En la oposición hasta alguien con formación de economista como Ricardo López Murphy reclama el trabajo sobre una narrativa para los tiempos que vienen. ¿Alguien lo está haciendo?

-Hay muchos trabajos individuales y mucho por hacer. Creo que era Fernando Henrique Cardoso el que decía que gobernar es explicar. Incluso se puede decir que gobernar es un hecho comunicacional, porque tenés que tener políticas públicas para el cambio y comunicarlas para darle sustento. En la Argentina hay subestimación del debate público, porque no es solo cuestión de reunir votos, sino hacer pedagogía democrática.

-Usted fue ministro de Cultura de la Ciudad durante 8 años y 4 años estuvo a cargo de áreas culturales de la Nación, los medios públicos y Tecnópolis. ¿Por qué cree que la mayoría de los artistas son kirchneristas?

-Es una descripción vieja. Muchos artistas están cambiando, así como muchos jóvenes están cambiando. El mundo cultural siempre va a terminar privilegiando una idea de justicia, pero también de libertad. En los jóvenes, donde hay un cambio más que evidente, es algo clarísimo.

Foto: Antonio Pinta.

-Pero son pocos los artistas que se acercan a los partidos de JxC.

-Veremos cómo evolucionan. Hoy son pocos los que discuten que Cuba es una dictadura, algo que hace unos años no pasaba. En todo caso discuten por qué, pero no los hechos que están a la vista. En lo personal, lo que más me preocupa es la cultura de la cancelación que se expande, ese sentimiento de "fuera de mi vista", "fuera de mi vida", "no existís". Es una matriz autoritaria que no deja derecho a hablar, ni argumentar, ni opinar.

-Es diputado por primera vez y va a tener que votar sobre el acuerdo con el FMI sobre el que está trabajando el Gobierno. ¿Qué posición va a tomar?

-Primero, voy a dar mis opiniones en el interbloque, luego voy a acompañar lo que decida la mayoría, porque lo más importante es la unidad. Como sea, lo más serio es el tiempo, que ya estamos en el 10 de febrero, a 26 meses de que asumió este Gobierno, y aún no sabemos de qué se trata. Los tiempos se agotan y no es algo inocuo. A veces se lo critica a Mauricio cuando dijo que la decisión del acuerdo con el Fondo la tomó en 5 minutos, pero demorarse siempre es malo cuando se necesitan tomar decisiones que saquen a la población de la incertidumbre.