Una derrota digna a los ojos de la Casa Rosada. El concepto acuñado en las redes sociales para burlarse de los resultados de la selección de rugby Los Pumas (por lo general, con el tablero varios puntos en contra) podría aplicarse a los comicios correntinos. Al menos, desde la óptica oficial, que sea cual sea su signo político, siempre se inclina por ver el vaso medio lleno. Desde buena a excelente catalogaban ayer en los despachos la perfomance del candidato K, Carlos Camau Espínola. Incluso el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, que estuvo durante la madrugada con un pie arriba del avión para aterrizar en el búnker del medallista olímpico, destacó la duplicación de intendencias (de 15 pasarán a controlar 28) en el pago radical de Ricardo Colombi. Es la mejor (elección) que hizo el peronismo desde el regreso de la democracia, celebró el funcionario.


Son todos datos ciertos: un desempeño del 45.8% nunca podría ser minimizado. Pero hay un pero. Antes de las PASO, el Gobierno se entusiasmaba con arrebatarle la provincia al apellido Colombi (en 2001 asumió Ricardo, que luego fue reemplazado por su primo Arturo para volver a asumir el primero). El kirchnerismo apeló a casi todas sus herramientas. Por caso: a través del plan de obras Más Cerca, el ministro de Planificación Julio De Vido repartió $ 93 millones entre 18 localidades. El gobernador bonaerense Daniel Scioli encabezó un respaldo peronista al intendente candidato.


La victoria de Colombi en las primarias bajó el optimismo oficial. Cristina Fernández de Kirchner no pasó ni cerca de Corrientes. Es más: en el tramo final de campaña canceló un acto en Misiones que, por itinerario de vuelo, podría haber derivado en una visita sorpresa a Camau. El distrito no fue ajeno a la nueva estrategia oficial de provincializar los comicios, relectura post-PASO de las encuestas, para despegar los escrutinios de la investidura presidencial.


Para el Gobierno no fue una derrota per sé sino porque se diluyó sus chances de revertir la tendencia de las primarias. Ya tenían preparado el bagaje teórico para sostener la hipótesis: al igual que en Bariloche, donde a principios de mes fue electa la candidata K María Eugenia Martini, en un comicio ejecutivo se impone el FpV. Acá ocurrió lo opuesto a agosto, ganamos en las ciudades y perdimos en el interior, evaluó un alto funcionario que dictaminó que en las urnas correntinas ganaba el que mejor manejara el aparato.


El dilatado recuento mantuvo expectante al oficialismo. Hasta las 3 de la mañana, los votos de la Capital nos podían dar la victoria. Recién a las 5.30 la tendencia fue irreversible, contó el único emisario nacional en el búnker del FpV correntino, el subsecretario de la Presidencia Gustavo López. En la Quinta de Olivos, Cristina Kirchner estuvo monitoreando el escrutinio hasta que ya no podía recibir buenas noticias. Ante el augurio de repetir el 27 de octubre la noche del 11 de agosto, Corrientes era la última oportunidad de celebración electoral hasta las generales.