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La reciente gira del presidente Alberto Fernández permitió al Gobierno argentino negociar sobre la mesa una serie de temas urgentes, como el acuerdo necesario con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para suscribir un programa de repago de los u$s 44.500 millones adeudados, o patear el vencimiento de u$s 2500 millones con el Club de París. Aunque también dio lugar a negociaciones secretas con algunos gobiernos visitados.
En España y Portugal, la Argentina pidió apoyo para presidir desde este año la antigua Corporación Andina de Fomento, hoy conocida como CAF - Banco de Desarrollo de América Latina, que integran como accionistas 19 países de Iberoamérica, y algunos bancos privados. Con el visto bueno de los ibéricos, la delegación que pasó por el viejo continente cuenta de momento apenas con tres votos: el rotativo de Lisboa o Madrid, el de Bolivia, y el propio.
A fines de marzo pasado, la presidencia de la CAF quedó vacante por la renuncia del peruano Luis Carranza, quien se fue del cargo con fuertes acusaciones contra la Casa Rosada, al que acusó de impedirle nominar a su staff directo y promocionar la incorporación compulsiva de un argentino al directorio.
Ya calmas las aguas, en el Gobierno reconocen que quieren tomar el poder de una caja estimada en u$s 14.720 millones en activos líquidos, fundamentales para poner en marcha obras de infraestructura y desarrollo en la región que favorecerían una recuperación más rápida de las economías locales, con este motor de demanda.
Candidatura en marcha
En Buenos Aires y en Roma reconocían la semana pasada a El Cronistaque el principal lobbysta de la candidatura argentina es Gustavo Béliz. El secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, a cargo de coordinar el Consejo Económico y Social (CES), es por muchos considerado "el candidato ideal".
El silencioso asesor presidencial tiene experiencia en la carrera por organismos multilaterales de crédito. El año pasado, el exministro de Justicia de Néstor Kirchner intentó sin suerte competir por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el que el expresidente norteamericano, Donald Trump, logró imponer a uno de sus asesores antes de abandonar la Casa Blanca.
De no ser Béliz, el otro anotado en carrera es el actual subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales para el Desarrollo, Christian Asinelli. Este dirigente peronista es el hombre dentro del gabinete encargado de destrabar préstamos de toda índole para fondear obras pendientes, y para el presidente, ni este ni Béliz son figuras reemplazables.
Como en esa ocasión, además de esparcir su influencia sobre los países de la región, la Argentina quiere lisa y llanamente acceso al crédito, cuyo goteo es más bien escaso en el período de tiempo que transcurre el país hasta tanto se salde un acuerdo con el FMI y otros prestamistas.
En medio de las aspiraciones argentinas se interpone Colombia. La administración de Iván Duque postuló hace 40 días al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien poco después renunció al cargo vapuleado por las protestas sociales que se levantaron en todo el país contra la reforma tributaria que él promovía, y que se negó a retirar del Congreso. Pese al descrédito de Carrasquilla, Colombia es accionista de clase "A", y a diferencia de Argentina, su voto y el de los miembros fundadores vale doble.
Con esta candidatura en suspenso, Alberto Fernández se entusiasma en tomar un asiento que además le daría otro lugar para intervenir en la crisis política, social, económica y humanitaria de Venezuela. Es que CAF tiene su sede en Caracas. Con la embajada vacante -pero conducida por el diplomático Eduardo Porretti- Fernández tendría un canal de negociación y diálogo directo con Nicolás Maduro, además del trato asiduo que en estos meses ha gestado por teléfono para interceder en favor de una moderación del líder chavista, según se encargó de exponer en su diálogo con líderes europeos.