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En el campo se abrió una grieta y no por la falta de agua en el suelo. Hasta ayer por la mañana algunos sectores se dividían entre "dólar agro sí" y "dólar agro no", pero cerca del mediodía las diferencias se ampliaron. Agricultura anunció el fin de las retenciones para seis economías regionales -vino, tabaco, maní, arroz, industria forestal y cáscaras de cítricos- y los desencuentros se ampliaron.

Es que los grandes productores de granos son los que ya no quieren saber más nada con un tipo de cambio especial. Afirman que estuvo vigente en tres etapas y que los resultados fueron buenos, aunque en el fondo no dejan de ser más que "una forma de tapar agujeros".

Lo que reclaman hace tiempo es que se encuentren "soluciones más profundas que permitan tener un horizonte claro". ¿Cuál sería la traducción? Que si hay un tipo de cambio especial sea de forma continuada y no por períodos, aunque el gran objetivo es que se eliminen las retenciones.

Esto, al menos en el corto plazo, no va a pasar. Uno de los puntos que el ministro Sergio Massa discute con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene que ver justamente con el nivel de déficit de la Argentina. Pareciera que todo está encaminado para cerrar la meta fiscal en 2% del PBI, pero para que esto ocurra habría que tocar las retenciones al campo, lo que sería ir en contra de este camino.

Sin los problemas de sequía que este año pegaron fuerte a la economía en general, en 2022 el Estado recaudó en concepto de retenciones cerca de u$s 10.000 millones. Pero sin la ayuda de las lluvias esa cifra se derrumbará hasta los u$s 3300, según estimaciones privadas.

Y si ya había una grieta a raíz de la implementación del dólar agro, la quita de retenciones a seis sectores de las economías regionales no hizo más que sumar nuevos condimentos, ya que a unos se les está otorgando un beneficio que a otros no. De vuelta, la gran diferencia en este caso sigue siendo la incidencia de los ingresos que aportan unos y otros.

¿Y si se amplía el dólar agro?

Habrá que ver qué ocurre en los próximos meses, cuando Economía defina qué hará con los sectores que hoy sí podrán acceder a un tipo de cambio diferencial -de $ 340-. Si se termina por incluir a los exportadores de soja, por ejemplo, uno de los que ya exige el fin de las retenciones y parar con la renovación del dólar agro, el dato pasará por ver cuántos lo terminan aprovechando, y cuántos mantienen su postura en contra del dólar agro incluso en la práctica.

Gustavo Idígoras, presidente de Ciara, ya mostró varias veces dónde estaba parado el sector, y repite que "un nuevo tipo de cambio no es lo que recomendamos".

Desde otros sectores, incluso, aportan un nuevo frente a la grieta del campo. Desde la Cámara Argentina de Feedlot apuntan que la inclusión del maíz al nuevo Programa de Incremento Exportador -que implementa el dólar diferencial- no benefician a la industria. "Las medidas son distorsivas sumamente dañinas", afirma Fernando Storni, presidente de la entidad.

Dice que el maíz es el principal insumo del sector, y que tendrá, como en otras ocasiones, "un impacto directo sobre los costos de producción en una actividad que, aún sin esta medida, se encuentra nuevamente en una situación de rentabilidad negativa producto de un increíble atraso del valor de la hacienda".

"Imposible conformar a todos", dice una de las máximas a la hora de tomar decisiones. Una realidad, aunque con una grieta tan fuerte de por medio es más complejo todavía.