Hoy claramente no se lo puede ubicar entre los optimistas, a pesar de que es un economista heterodoxo al que el kirchnerismo escuchó con atención durante los primeros años y a que saludó el recambio en el gabinete. Eduardo Curia cree que la “opción gradualista” con la que el Gobierno intenta corregir los errores económicos de los últimos años no cuenta con las “metas explícitas” ni se aplica con la “cohesión y férrea decisión política” que requeriría. Y que si ese intento fracasa, podría venir un nuevo “Rodrigazo” ya que "el mercado impondrá el shock de ajuste".
Entrevistado por el diario La Nación, Curia dio por hecho que el adelantamiento “de facto” del inicio de las paritarias que implicaron los aumentos a las fuerzas de seguridad “complica la ejecución de un plan gradualista”, impondrá “un salto importante en el gasto público consolidado” y “reactiva el riesgo de otro ajuste impositivo, especialmente en las provincias, que derive más costos sobre el sector privado en momentos en que la presión fiscal ya es muy elevada”.
El economista apuntó que ya hay una “aceleración inflacionaria” a la que se le suma la presión del mayor ritmo de devaluación que está impulsando el Banco Central; eso, dice, provoca a su vez remarcaciones de precios y recalienta las paritarias. Y solo se podría parar con “un tratamiento de shock” con “elevados costos políticos y sociales en la primera etapa” que, para él, ni siquiera es aplicable hoy.
“La segunda mejor opción es el gradualismo: plantear metas fiscales, monetarias y cambiarias con tasas de interés algo más altas que la tasa de devaluación para tratar de devolverle atractivo al peso”, planteó el economista a La Nación. Y advirtió: “Cuidado: para que sea viable, tenés que hacer públicas las metas, comprometerte con ellas y mostrar cohesión y férrea decisión política. Porque si esto falla, espera el Señor Mercado. Y tomando en cuenta el natural fervor reclamacionista al estilo 75, si eso pasa, reeditaremos un Rodrigazo”.