La llegada del Mundial Sub 20 a Santiago del Estero generó una revolución en una provincia que con los años se acostumbró a ver clubes grandes y selecciones de renombre, pero que vivirá por primera vez la experiencia de sentir una Copa del mundo en su territorio. En ese contexto, Argentina se impuso 2-1 a Uzbekistán en un debut que sólo genera expectativas por el resultado, ya que en el juego volvió a mostrarse endeble.
El triunfo era necesario, especialmente porque en una de las últimas apariciones públicas Masche había dicho que no sabía cómo llegarle a los chicos en el Sudamericano. Esas declaraciones resonaron con fuerza alrededor de un punto que todos los procesos de selecciones juveniles tienen en común: la enseñanza.
No importa si se trata de un equipo local, de uno de los mejores del mundo o de una selección. Es el momento en el que los protagonistas incorporan conceptos que utilizarán luego, en el momento de asentarse como profesionales. Es tiempo para aprender, preguntar, informarse, pero, sobre todo, para divertirse. Y para eso deben sentir confianza, algo que no tuvieron en la anterior competencia por los porotos.
Tal vez por eso era extremadamente necesario ganar, sin importar que el oponente fuera de menor valía. Así y todo, costó. A los 23 minutos de la etapa inicial llegó el baldazo de agua fría para la Albiceleste, contemplando que
Esto se debe a que Alejo Véliz, a los 27 minutos y con complicidad del arquero oponente, y Valentín Carboni (cuatro antes de bajarse el telón e irse al descanso) dieron vuelta la historia a favor de los dirigidos por el Jefecito, que se salvaron milagrosamente de un penal en contra por la intervención del VAR, que cambió el fallo inicial del árbitro y anuló el penal sancionado para "la visita".
De esta manera, la Albiceleste -que había decepcionado en el Sudamericano al quedar eliminada en la primera ronda- sumó de a tres en el primer duelo. Si bien tendrá mucho para corregir, siempre es más sencillo hacerlo con una victoria en el bolsillo.