La campaña ya arrancó y el escándalo de los audios que involucra al entorno del presidente Javier Milei divide las aguas en el PRO, o en lo que queda de él. Ni bien se dieron a conocer los audios de Diego Spagnuolo, extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad, lo que reinó durante seis días por parte del oficialismo fue el ruido de un estruendoso silencio. Nadie decía nada más que "en un contexto de campaña es habitual que haya gente disconforme y que estas operaciones existan." La denuncia púbica que golpeaba a Milei en su línea de flotación (su hermana) dejó sin respuesta al Gobierno nacional. No hubo comunicación ni estrategia definida en medio de la situación de crisis. Después del escándalo cripto esto tomaba mucha más relevancia: el Presidente de la esperanza, el del "kirchnerismo Nunca Más", el del "no hay plata" para jubilados, universidades, situaciones de emergencia como Bahía Blanca o la discapacidad, tampoco para el Garrahan, se ubicaba en el ojo de la tormenta. No por acción, sino por omisión. Tardó seis días el Gobierno para reacomodarse después del trompazo y expresar lo que puede ser la idea de acá en adelante de la Rosada sobre el tema. "Vamos a llevar a Spagnuolo a la Justicia", dijo el Presidente. En el mismo sentido se expresaron otros miembros del Gabinete que hablaron de operaciones, de grabaciones falsas, de una droguería que no cobraba del Estado en forma directa, sino que había ganado una licitación pública por el término de dos años para la provisión, depósito y traslado de medicación que le compraba a distintos laboratorios. Las respuestas tardaron en llegar, tal vez el daño ya estaba hecho en la imagen del Gobierno sobre todo. En promedio: el 90% de las consultoras que salieron a medir esta semana el nivel de confianza en la gestión aseguraron estar en tema de lo sucedido y contaron que les modificó su mirada sobre la gestión. De todos modos, los mismos trabajos concluyen que esto no se trasladaría de manera directa a los votos, al menos en la próxima elección. En tanto no se escucharon todas las voces que el Gobierno ahora sí quisiera. Los amarillos, cada vez más pálidos y absorbidos prácticamente por los violetas, eligieron continuar en silencio. Hasta la publicación de esta columna, todos seguían así. Todos menos uno, Cristian Ritondo. Sucede que el presidente del PRO bonaerense y diputado nacional está junto a Diego Santilli, absolutamente alineado con el discurso del Gobierno: "Nosotros estamos para defender", se los escuchó decir. Cristian Ritondo dijo que tiene "una posición clara respecto del tema, la misma que la del Presidente". Al mismo tiempo agregó que "acá la Justicia está llevando adelante el tema. En el Gobierno dejaron que el fiscal y el juez actuaran inmediatamente. Nadie pidió ni atacó a la Justicia en su forma de proceder." Con el mismo apoyo, Ritondo propició un documento del PRO de la provincia de Buenos Aires: "Todo nuestro apoyo al Presidente Javier Milei y a su equipo. Otra vez el kirchnerismo mostró su verdadera cara: son violentos y cobardes....", aseguraba el texto en sus primeros renglones. Lo cierto es que eso, hacia el afuera, suena bien. Lo que el Gobierno necesita: polarizar con el kirchnerismo, responsabilizar al justicialismo de haberlos hecho víctimas de una operación en tiempos de campaña. Radicalizar el discurso y seguir pidiendo el voto. Pero puertas adentro, están convencidos de que los enemigos duermen en sus camas. "Esto es producto de los que se quedaron afuera", afirman off de récord. Y todos miran para el mismo lado. Miran a los que creen son capaces de operar con todo, con saña, a sangre y fuego. Miran a los que les duelen las heridas de no haber sido escuchados en la composición de las listas. Pero eso es una parte secundaria del análisis. Lo importante no es el mensajero, sino el mensaje. Y a esta altura, aunque oficialmente lo niegan, nadie descree absolutamente de la denuncia. Ni siquiera los propios. Javier Milei sigue conservando una gran parte de la confianza que muchos depositaron en su figura, no así los que lo rodean. Ni siquiera su hermana, Karina. El "son muy desprolijos" que se escucha en el audio de Spagnuolo, es la frase repetida una y otra vez por gran parte de los propios, y de los que están más cerquita. Inclusive hablan de estas prácticas como un "secreto a voces" por parte de algunos que ahora consideran que solo trasciende por el enojo de adentro, pero que nunca será dicho para polarizar con el mundo K. "Sin hablar de coimas son tan desprolijos que en varios casos en el interior eligieron a los candidatos dependiendo quien fuera que ponía más plata para la campaña, y se la pedían casi patoteando.... Los candidatos no están acostumbrados a que sea a ellos a los que les pidan plata. Los empresarios, si; los candidatos, no", le dijo una voz cercana a la Rosada a esta periodista. Mientras tanto, el todavía presidente del PRO a nivel nacional, Mauricio Macri, bajó una orden: "Nadie defiende nada, eviten los programas, eviten las redes, nadie defiende nada", le pidió a uno que todavía se manifiesta del lado del expresidente. El problema es que el fin de semana arranca el pedido del voto casa por casa. Las mesas de difusión en los distintos lugares del Conurbano se convirtieron para el partido en grandes aliadas. "Y ¿qué contestar a los que pregunten en esas mesitas sobre el escándalo si no se puede defender?" preguntó este dirigente. "Que se investigue, que salga la verdad, que trabaje la justicia...", le contestaron. Al menos, incómodo. La mayor preocupación de la Rosada, al momento, es que esa desilusión que expresa parte de la sociedad con el tema, signifique más ausentismo el día de la elección. Porque si el ausentismo crece, La Libertad Avanza cree que pierde en septiembre. Los violetas consideran que para ganar la provincia tiene que haber entre un 60 y un 70% del padrón bonaerense que vaya a votar. Y si el escándalo alimenta la duda, aunque no haga votar más kirchnerismo, puede provocar la apatía y el desinterés. Si eso pasa, las posibilidades de ganar se alejan.