Si la política es el arte de lo posible, el gobierno de Javier Milei demostró que su capacidad de sorprender es superior a la que le asigna el mercado. El Presidente y su ministro de Economía, Luis Caputo, dejaron en claro que están dispuestos a usar cualquier herramienta a su alcance con tal de defender su programa. El anuncio de bajar las retenciones a cero durante cuarenta días es una prueba fiel de esa voluntad, ya que implica sacrificar recursos fiscales críticos, con tal de reestablecer un flujo de dólares que no amenace la inflación ni sus chances de octubre. El pragmatismo oficial, a decir verdad, no es una novedad. En sus casi 20 meses de gestión acumularon evidencias varias, como el esquema de flotaciónen donde el tipo de cambio no flota o los mecanismos para que la tasa de interés sea endógena y termine siendo arbitrada por el BCRA, por mencionar solo algunos. La volatilidad extrema que vino después de la derrota bonaerense y la incertidumbre sobre la capacidad del oficialismo de reponerse a ese traspié, profundizaron el pesimismo de los inversores. La presión sobre eldólarpuso en jaque el esquema de bandas. Y cuando el sacrificio de reservas del BCRA para defender el techo superó los u$s 1000 millones, lo que aparecía en el camino era un terremoto. Lo peor era que los analistas esperaban que Milei y Caputo se aferraran al plan sin importar las consecuencias. El Gobierno, en cambio, hizo un giro inesperado: bajó a cero las retenciones a la exportación de granos, oleaginosas y carnes, con la condición de que los dólares a liquidar por esas ventasse ingresen al BCRA en las siguientes 72 horas. No fue un anuncio aislado: tenían presente que un par de horas más tarde, el secretario del Tesoro de Donald Trump, Scott Bessent, iba a remarcar públicamente que EE.UU. otorgaría una ayuda contundente a la Argentina, a través del Fondo de Estabilización Financiera. El cambio de clima que generaron ambas novedades demostró que la disparada del riesgo país y el hundimiento de los bonos y acciones reflejaban un problema de expectativas. Si bien la economía todavía no está en una etapa de crecimiento, tampoco está al borde del precipicio. El Gobierno logró poner la discusión en otro terreno. A la política la movida de las retenciones le cayó mal, por considerarla oportunista. Los críticos descalificaron con dureza al Gobierno, por resignarse a perder con esta medida por lo menos u$s 1000 millones de recaudación, después de haber vetado leyes y someterse a conflictos políticamente caros (como Garrahan, discapacidad, universidades) por defender el principio del equilibrio fiscal por sobre todas las cosas. Economía responde que si la suba del dólar restaba actividad, también iba a recaudarse menos. Ahora todo pasa por recuperar estabilidad. El horizonte, que se medía en días, por lo menos ahora se puede proyectar en semanas.