El Gobierno cuenta las horas para presentar la oferta de reestructuración por cerca de u$s 70.000 millones a los acreedores de la deuda. En el contexto actual de un mundo que no esperaba contar con la pandemia del coronavirus, el país queda lejos. La distancia no es geográfica. Al menos eso no es lo importante. Lo importantes es que los inversores en días perdieron lo que no figuraba en ningún cálculo. Con bolsas cayendo de forma estrepitosa durante varias jornadas y con bonos depreciándose, una oferta con una quita importante puede tener un efecto menos nocivo que si la misma se diera en un contexto de mercados exultantes.

De todos modos la pelea ahora es cara a cara. En un rincón, con los puños apretados, los músculos marcados, y con ganas de recuperar lo perdido, los bonistas. En el otro, con la paciencia de los que tienen poco para perder, con secuelas que castigaron el cuerpo pero con las mañas de un viejo peleador, la Argentina.

En la esquina argentina el que dirige los movimientos del país que volvió a boxear porque malinvirtió y se gastó su fortuna, se encuentra Martín Guzmán, el ministro de Economía que volvió de Estados Unidos para tratar de encarrilar al boxeador que todos consideran que siempre estuvo para campeón del mundo aunque nunca pasó de realizar un par de buenas peleas.

En el rincón de los bonistas están codo a codo los bancos de inversión y grandes estudios de abogados. Parecen mejor preparados. Pero en el boxeo no siempre ganan los favoritos. Los bonistas tienen más para perder.

Guzmán aconseja pegar dentro de la línea de lo permitido, pero pegar lo máximo posible, que duela. El ministro está convencido de que la oferta tiene que ser sustentable y que la pelea dura varios rounds. Por ahora, están en el momento del pesaje. Los bonistas miran fijo a la Argentina. La Argentina habla, provoca.

"Si alguien piensa que vamos a patear la pelota de una manera que obligue a otra reestructuración más adelante, deberían pensarlo de nuevo, porque no vamos a hacer eso", dijo Guzmán a la agencia de noticias Reuters. "Nos estamos quedando sin las reservas que el Tesoro puede usar para pagar la deuda. Entonces necesitamos resolver este problema rápidamente", explicó el ministro.

El público que ya colmó las gradas no es imparcial. Los apostadores, concentrados en los fondos buitre, buscan sacar el mayor rédito posible de una pelea donde se enfrentan dos perdedores. Porque está claro que el que gane no ganará. Ahora resta ver cuál de los dos tiene más aguante.Ambos están en condiciones de festejar el empate, porque nadie espera a esta altura una definición por knockout, ni siquiera por puntos. El FMI también subió al ring, es el árbitro de esta pelea. El presentador, se alista y dice: "Ladies and gentleman, let's get ready to rumbleeee!