Cómo empezar a tratar un tema tan complejo como es el sistema de la seguridad social en un país donde la previsión es solo una ilusión? ¿Qué Gobierno ha previsto a futuro como mejorar la situación de los jubilados? Creo que la respuesta es simple: ninguno. Todos han hecho lo imposible para dejar más arruinado el sistema al punto tal que ahora se piensa como modificar la fórmula de jubilación y movilidad para reducir un gasto que al Estado siempre le cuesta pagar.
Lo primero que me gustaría plantear es que el sistema siempre se puedo financiar con sus propios medios, es decir con aportes y contribuciones. Fue producto de la desidia de la política incorporar impuestos para sostenerlo.
Acá nace la primera gran reforma del sistema encubierta que nadie percibió. Esta modificación no fue la única: en el año 2006 nace la segunda reforma importante que pasó por incorporar 3.000.000 de jubilados nuevos por la moratoria de amas de casa del gobierno de Néstor Kirchner, sin meditar si era posible mantener dicho sistema y si los activos eran suficientes para mantener solidariamente en forma intergeneracional a los pasivos.
En este caso nadie dijo nada. Es más, felicitaban esta decisión del gobierno sin imaginar las consecuencias a futuro, que nunca los jubilados creyeron que las verían en vida.
En el año 2014 surge una nueva moratoria para regularizar aportes, con la que se incorporaron más de 500.000 personas que no tenían derecho al beneficio previsional. No se realizo ningún calculo para saber si era posible incorporar estos beneficiarios. Pero el costo en algún momento había que pagarlo.
En el año 2016 se sancionó la Ley de Reparación Histórica, por la cual se decide en forma compulsiva ofrecerle una reparación que no es histórica sino económica, donde el Estado le ofrece a los jubilados algo de dinero a cambio de no seguir o iniciar un juicio por reajuste de haberes. En la mayoría de los casos la diferencia entre los juicios y la Reparación es abismal en perjuicio del jubilado. ¿Alguien se quejó de esta nueva modificación del sistema? Desgraciadamente nadie.
Ahora bien, ¿cómo pensábamos que se podían pagar estos desfasajes que se dieron durante los últimos 15 años? ¿Con una modificación del índice RIPTE, y por supuesto del cálculo del haber inicial para las nuevas jubilaciones y la ley de movilidad con un porcentaje que reduzca este coeficiente? Sino cómo es posible pagar a casi 8 millones de beneficiarios incorporados.
Era claro, lógico e inevitable este desenlace. Si siempre aceptamos lo bueno de las previas modificaciones del sistema, en algún momento sabemos que se van a corregir y habrá que pagar la fiesta. Aquellos que participaron de ella, porque fueron los beneficiarios del sistema, y la sociedad o los que nunca se opusieron y hasta las aplaudieron sabiendo que no son justas y además que perjudican al sistema.
Hoy desgraciadamente se aprueba una ley con un coeficiente de movilidad que no será favorable ni para los jubilados ni los activos. Pero si no lo vimos venir es porque no quisimos ver la realidad y esta vez nos pego de frente y fuertemente.