En esta noticia

El dólar salta. El Gobierno se pone nervioso. Hay reuniones. Tensión. Olivos. Casa Rosada. El ministro de Economía se junta con el presidente del Banco Central. Tienen diferencias. Hay rumores. El Presidente recibe diagnósticos. Algunos son alarmantes. Otros apuestan a soluciones mágicas. Un día juegan una patriada con intervenciones en los mercados. Usan reservas. Parece que la cosa se controla, pero los precios ya pegaron un salto y el piso al que se vuelve es mayor, siempre mayor. Y desde la política se apunta: son ellos, que nos quieren cagar a nosotros.

Así se vienen estructurando en buena medida las corridas cambiarias, desde la de 2018 y 2019 hasta esta en este abril de 2023. En cada momento, emerge una tesis. La conspiración. Puede ser que se trate de una reacción de los empresarios que se ven acorralados por las causas de corrupción y entonces te quieren voltear porque son socios del statu quo; o se puede plantear que los mercados se vuelven locos por el temor de que regrese el kirchnerismo y seamos Venezuela y entonces es su culpa de que todos huyan. Lo que esté a mano, sirve.

Así, el presidente Alberto Fernández aseguró en las últimas horas mientras el dólar blue rozaba los $500 que todo se debe a "la derecha, que siempre hace lo mismo" en referencia a denuncias de que ex funcionarios del macrismo estaban pidiendo que se corte cualquier ayuda al país desde Estados Unidos. Vale una pregunta: cuando el dólar se le escapaba al gobierno de Mauricio Macri, ¿también era la derecha que jugaba a desestabilizar a un gobierno de derecha? Extraño.

Tal vez es una posibilidad que en ambos casos las excusas "de la política" para los terremotos financieros esté buscando minimizar las responsabilidades de la mala gestión propia en la culpa de otro, que está afuera y nos quiere joder. De lo contrario, deberían pensar que eran los errores de Macri los que le hicieron tener un dólar-barrilete, como son los pifies de Alberto y Cristina los que ahora le hacen cortar clavos en cada día para ver cuántas reservas quedan, cómo está la brecha y ver si se puede calmar la cosa.

Todo siempre queda más a la vista cuando un factor exógeno te golpea. Sin duda. En 2018, la suba de tasas de interés a nivel internacional también en consonancia con una sequía te hizo pomada porque habías levantado el cepo como si acá fuera Suecia y porque te endeudaste en dólares para cubrir un déficit que encima creció por la baja de retenciones, todo lo que te obligó a absorber pesos con deuda del Banco Central, known as "bola de Lebacs".

Ahora, la sequía otra vez expone todo el tiempo que te masturbaste con la interna y el "habló Larroque" y "respondió Aníbal" en vez de ocuparte de gobernar cuando había mejores condiciones. Hubieras administrado mejor los dólares del comercio exterior, por un lado, pero también podrías haber subido las tarifas antes para consumir menos energía que sale pesos y cuesta dólares de la balanza comercial.

A propósito, el kirchnerismo hace gala de haber advertido que a Miguel Pesce se les iban los dólares del Banco Central (Pesce responde que buena parte de la deuda la cancelaron empresas públicas manejadas por accionistas del Frente de Todos). Pero nadie le replica sobre el letargo de los encargados energéticos que avaló la vicepresidenta para preparar la segmentación de las facturas de luz y gas con el freno de mano puesto, por no ir más atrás en la historia. ¿Cuántas reservas se esfumaron en los gobiernos de Néstor y Cristina por regalar los recursos naturales para climatizar piletas, en un desmanejo que terminó en el cepo cambiario nacido en 2011 y eventualmente en la derrota electoral de 2015?

Todo esto, para no hablar en la demora en este gobierno para resolver el tema del Fondo Monetario Internacional, entre otras indefiniciones que quedarán como postales de una administración a la que es cierto que le tocó la pandemia, la guerra y la falta de lluvias, pero que mucho antes se había jodido por el diseño original de un experimento de delegación de poder que no iba a andar. Quedó en evidencia que no había habido nunca un acuerdo sobre qué había estado mal antes y sobre qué había que hacer ahora, después de las elecciones.

Ideología

Si tuviera que ir a un seminario titulado "Cómo la ideología te deja en bolas frente a las corridas" (gran título), estos dos casos serían emblemáticos.

El primero reveló que si tu dogma es cero controles cambiarios en cualquier contexto y baja de impuestos sin importar nada, estás a una tos en Turquía de quedar cola al norte.

El segundo permite mostrar que por querer pasarte de rosca estimulando la demanda cuando emitís pero la gente no quiere los pesos, no hay divisas y encima bancás muchos kioskos de "te doy el dólar barato para que haya industria nacional", también hay altas chances de que intentes aguantar los trapos y termines pidiendo la escupidera.