El discurso con el cual Javier Milei presentó su proyecto de Presupuesto en el Congreso ratifica su política, su estrategia y personalidad. De hecho, implica que los próximos dos meses -octubre y noviembre- tendrán como epicentro de la política al Congreso. El Ejecutivo tiene la posibilidad de convocar a sesiones extraordinarias a partir del 1° de diciembre, con lo cual los meses en total pueden ser tres. El reciente "festejo" por la ratificación del veto al cambio de la fórmula de ajuste jubilatorio confirmó que el presidente, hacia adelante, está dispuesto a utilizar la forma de la gobernabilidad establecida en la Constitución de 1853. El presidente, que había llamado "héroes" a los ochenta y siete diputados que ratificaron el veto, parece haber tomado consciencia de la importancia de contar con sólo el tercio de cualquiera de las dos Cámaras para que quede firme el veto que impide la sanción de cualquier ley del Poder Legislativo. Asimismo, con sólo un tercio del Senado el presidente puede desbaratar cualquier intento de juicio político. En caso de que los próximos tres meses el presidente Milei no lograra la aprobación del Presupuesto, puede prorrogar el actual, que es el de 2023, reasignando partidas como ha hecho en 2024. Es algo que se ha realizado con frecuencia en el pasado. Es decir, el presidente cuenta con las herramientas institucionales necesarias para no ver afectada su gobernabilidad y estar a salvo de acciones "destituyentes". Probablemente el Senado ratificará ahora la sanción en primera instancia del aumento del presupuesto de las universidades públicas. El presidente ya anunció que lo vetará. Los dirigentes del movimiento universitario -profesores, estudiantes y graduados- volverán a convocar una marcha en defensa de la educación pública, como la que fue exitosa el pasado mes de abril y llevó al Ejecutivo a eludir una escalada del conflicto. Coincidentemente, los docentes estatales de la escuela primaria y secundaria han convocado paros y protestas, coincidiendo con la estrategia universitaria y ampliando el espectro de la movilización. Esta vez el presidente parece estar más lejos de una actitud negociadora. La marcha que ha sido convocada sin fecha, ahora no será una sorpresa como lo fue la anterior. El Gobierno no sólo está dispuesto a vetar, sino también a desarrollar una estrategia discursiva contra el desorden del gasto en educación pública. En el pasado era clave para la gobernabilidad y la neutralización de los intentos destituyentes contar con un tercio del Senado. Ello era suficiente tanto para ratificar el veto como para bloquear el juicio político. En 1853 había sólo catorce provincias y cada una tenía dos senadores elegidos en forma simultánea por la legislatura provincial. Por lo general, votaban con los gobernadores. El total de senadores era de sólo veinticuatro. Con cinco gobernadores y ocho senadores, el Ejecutivo podía mantener su poder a salvo y así fue desde 1853 hasta hoy. Pero las provincias hoy son veinticuatro, diez más que en 1853. Además, hay tres senadores por provincia, dos por la mayoría y uno por la minoría, siendo un total de setenta y dos, tres veces más que hace ciento setenta y dos años. Es decir, el control o manejo de la Cámara Alta se ha hecho más complejo. Esta situación se da en un contexto inédito, ya que el gobierno es un partido nuevo que tiene sólo treinta y nueve diputados sobre doscientos cincuenta y siete, y sólo seis senadores sobre setenta y dos. Cabe señalar que por eso los diputados del partido oficialista que ratificaron el veto son menos de los ochenta y siete que lo hicieron en total. Pero la crisis política en las fuerzas mayoritarias se profundiza al mismo tiempo. El pedido de expulsión de las autoridades del radicalismo de sus cinco diputados que votaron con el oficialismo nacional ha quedado en suspenso y ello implica que podrían seguir votando de la misma forma, incluso sumando algún legislador más. A su vez, las divisiones en el peronismo también se acentúan, aunque en menor medida. Los legisladores de esta fuerza podrían estar más dispuestos a estar o no presentes de acuerdo a las circunstancias y las necesidades de los gobernadores. En este contexto, Milei políticamente podrá ganar o perder, pero ya ha producido un cambio en el sistema político argentino que pone en riesgo el predominio radical-peronista que ha gobernado la Argentina desde 1945.