La agroindustria en la mayoría de sus segmentos fue y es de los pocos sectores de la economía real que durante esta pandemia, y fundamentalmente durante esta ya larga cuarentena de casi 100 días, no dejaron de trabajar.

Cosechas, procesamiento de alimentos, siembras, son algunos de los rubros que en distintas provincias, localidades, pueblos, que al igual que el transporte y almacenamiento, no pararon nunca. También es clarísimo que es necesario que muchos otros segmentos o rubros de la economía comiencen a tener actividad luego de tanto estar parados por las restricciones -bien puestas e impuestas- sanitarias generales.

De eso ya deberían las autoridades estar pensando cómo hacerlo en la forma más rápida y efectiva posible, independientemente de que la cuarentena se siga alargando por temas sanitarios, ajenos a lo que pueda opinar por mi desconocimiento.

Lo que sí es cierto, y creo que nadie pueda dudar es que si se ponen en marcha algunas herramientas, la agroindustria como gran motor de las economías de casi todas las provincias del país, puede aportar, y mucho para producir, vender, exportar y por sobre todas las cosas, generar ingresos, divisas reales, empleo genuino directo e indirecto, e impulsar inversiones, todo esto en los tres escenarios que podamos pensar: corto, mediano y largo plazo.

¿Alguien duda de esto? Seguro que no. ¿Es fácil lograrlo? Seguro que tampoco. ¿Se necesitan muchas cosas para poder hacerlo? No tantas. Entonces, ¿cuál es la razón o las razones por la cual o cuales siempre estamos en "lo potencial" o "en veremos", como diría mi abuela? ¿Se puede dudar que Argentina sea un país agroexportador?

Todavía dudamos de que eso sea bueno, parece. Nos cuesta -esto es un trabajo que inclusive la agroindustria tiene que hacer en comunicar mejor todo lo bueno que hace para toda la comunidad en cada rincón de nuestro querido país- entender que campo y ciudad, agro e industria, ganadería y agricultura, como algunos ejemplos, ya no son conceptos o juegos semánticos de palabras que enfrentaban acciones, tendencias, grupos.

Hoy todo es uno. Y así debería ser tenido en cuenta si queremos ser un país grande con todas las letras. La agroindustria empuja, y solo necesita reglas claras. Algo básico, elemental, pero que no importa los gobiernos, no se termina de hacer. La Argentina está en condiciones de poder volver a ser protagonista en la producción de alimentos y generar divisas importantes de aquí a fin de año, y hasta mayo de 2021, solamente hablando de divisas obtenidas de exportaciones de productos primarios.

Los países que comenzaron a pasar la pandemia, ya están comprando más alimentos al mundo -con todos los controles sanitarios, de seguridad agroalimentaria y trazabilidad- en un 18% más que antes de la misma.

Eso nos da una oportunidad inmejorable. Y hay que aprovecharla. No perder más tiempo. Es preocupante que mientras se esperan señales que motiven a la producción, herramientas de financiamiento adecuadas y lógicas, recibamos otras como la intervención, expropiación, y hablamos de soberanía alimentaria – concepto que entre otras la FAO y la OMC ya no comparten – de una importante empresa argentina.

¿Que pasará? ¿Quién invertirá si pasan estas cosas? ¿Qué antecedente se marcará? ¿Otra vez vamos a mirar cómo empresas de calibre -con el peligro de que otras que no lo son tal puedan correr el mismo destino- quedan dentro de un "Estado empresario"?

Esto nunca funcionó en la Argentina ni resultó bien. ¿Por qué hay tanto miedo en que los privados se encarguen de las cosas de los privados, y el Estado o los gobiernos se encarguen de estar ahí, controlando, no entorpeciendo sino ayudando? Se puede trabajar juntos, pero no estando en un subibaja a ver quién tiene más poder.

La Argentina sale con la agroindustria, fuerte, pujante, que ayuda a las economías de todos los lugares, generando cosas buenas para la gente. Es así. Y hay que aprovecharlo. Así sí valorizaríamos los que producen en "nuestro campo" para la mesa de los argentinos, y miraríamos con orgullo "lo nuestro". Así sí. No de la otra manera.

¿No es mejor pensar en producir más y mejor, en exportar cada vez más para que entren más divisas, y se generen más inversiones, con más empleo real? Por supuesto que es muchísimo mejor. Eso es pensar en la gente en serio. No en intervenir y menos en expropiar.

Estamos a tiempo. Aprovechemos la nueva oportunidad que tenemos por delante. No sabemos si habrá muchas más. Ojalá lo entendamos, y que las ideologías o la visión corta no nos hagan equivocar el camino. Emulando a cantantes argentinos, como diría Palito Ortega, "yo tengo fe…" (siempre), y ojalá no tenga que preguntarme como diría Raúl Porchetto en un estribillo de un gran tema…"pero madre, que está pasando acá…".