La postulación de Cristina Kirchner produjo una inocultable desazón entre empresarios e inversores. En el exterior el dato fue leído incluso con más preocupación, ya que ante la falta de un contexto que le agregue sintonía fina, los que toman decisiones sobre activos argentinos mirando las noticias que atraviesan sus pantallas solo dieron una instrucción: bajar la exposición al riesgo político local.
La pregunta que atraviesa al mundo financiero es cómo se leerán los resultados el día después. Nadie le asigna, por el momento, una probabilidad de triunfo a la ex presidenta. Pero se percibe que un empate o una diferencia muy estrecha a favor del oficialismo, conseguirá revivir el temor de que el ciclo de reformas económicas se interrumpa en el 2019. Si se da esa situación, los bonos serán aún menos atractivos, se elevará el riesgo (algo que ya empezó a suceder) y el costo de financiamiento que paga el Tesoro crecerá, con dos consecuencias: complicará el plan de reducción del déficit (por la suba del rojo financiero) y obligará a encontrar recursos sustitutos, lo que frenaría la reforma tributaria.
Aquellos que tienen que sobrellevar un proceso productivo, en cambio, están más atados a que las condiciones cambien de manera más gradual. En general, son mayoría los empresarios que comparten los objetivos económicos de la gestión Macri. Los críticos son los que perciben que la apertura económica favorecerá el ingreso de bienes que aniquilarán a los productos locales. Otros, en tanto, desearían que el gobierno haga más foco en el mercado interno, porque eso facilitaría la recuperación de su sector.
Pero todos, con sus más y sus menos, creen que hay que mejorar la infraestructura, eliminar impuestos distorsivos, bajar costos logísticos, modernizar la legislación laboral, reinsertar a la Argentina, favorecer la competencia, tener una macroeconomía sana y crear un entorno favorable a la inversión privada.
Si eso no sucede en parte es porque hay una recuperación muy lenta y una creación de empleo casi nula. Algunos hombres de negocios critican (al igual que el Presidente) la parsimonia de muchos de sus pares, que viven esperando que todo se acomode a sus intereses, y sobreviven estirando las horas extras y subiendo precios.
Para que el oficialismo tenga mejores chances en octubre, Macri necesita que las empresas muevan más rápido la rueda de la actividad. Y que lo hagan ahora, no cuando se despeje la incertidumbre. Si el Gobierno no hace lo necesario para generar ese compromiso y todo sigue igual, todos trabajarán para la profecía que tanto temen.