Argentina vive un momento económico extraño, donde cada región vive situaciones muy diferentes. Pero hay una que preocupa más que nunca. Es el Conurbano bonaerense: 24 partidos de la provincia de Buenos Aires. Allí viven 10.894.664 personas. Es el 25% de la población total del país. El 64% del total bonaerense. En ese mundo aparte, en 2023 el consumo era desaforado para no perder contra la inflación. Comprar. Lo que sea. Al precio que sea. Porque al día siguiente estaría más caro. En 2024 se activó un freno de mano. Las empresas vieron una caída estrepitosa en las ventas. Llegó 2025. Durante el primer semestre de 2025 la tasa de pobreza se ubicó en 31,7% (INDEC). La caída del consumo se aceleró en julio, según el último informe del Índice Banco Provincia de Consumo (IBP Consumo). Este indicador registró un descenso interanual del 23,4%, marcando una aceleración en la contracción comparado con el 20,8% observado en junio y el 15,7% en mayo. Los números reflejaron una señal de alarma. Ante tamaña diferencia, la base de datos para proyectar a mediano y largo plazo resulta casi imposible. El freno hizo que las empresas que dependen del consumo interno comenzaran con adelantamiento de vacaciones. Luego rotación de turnos. Por último, suspensiones. ¿Lo próximo? Si no hay un cambio, será el turno de los despidos. "Ese combo fue letal. Y con la suba de tasas es muy difícil la inversión y quien debe pagar por alguna compra especula con el pago en plazo fijo hasta último momento. Y muchas veces con demora. El anticipo murió". Un empresario PYME de San Martín del sector limpieza lo graficó así a El Cronista: "Me caen CV de empleados jerárquicos. O fueron despedidos o buscan algo mejor. Pero el mercado no puede pagar más". Federico Barni, CEO de BUMERAN le puso un título: "Tenemos un 20% de carga de búsqueda de empleo mayor al mismo periodo del año pasado". Un funcionario que entiende del mercado laboral agregó a este medio: "No hay que mirar la desocupación. Esa cifra es engañosa. Fijate el empleado demandante y el independiente", sentenció. ¿El motivo? Hoy alguien que busca más dinero sale a pedir más trabajo. Por otra parte, quien pierde el trabajo baja aplicaciones para "changuear". Eso cuenta, para la encuesta, como alguien que trabaja. El dato frío no condice con la realidad. Estos datos económicos no serían el comienzo de esta columna que se concentra más en lo político que en esos aspectos salvo por un pequeño detalle. El Gobierno salió a filtrar que en materia electoral septiembre es el nuevo octubre. Es decir, que el resultado de la elección provincial será un envión o un golpe brutal a las expectativas de poder del presidente Javier Milei para los dos años que le quedan de gestión. Entonces todos los focos están puestos en las secciones electorales que hasta hace un mes no le importaban a nadie salvo a los intendentes. Y el Conurbano bonaerense parece estar lejos de "verla". En el análisis -exagerado- de Milei está el siguiente planteo. Si La Libertad Avanza (LLA) obtiene un buen resultado, se encamina hacia octubre y por consiguiente hacia la reforma laboral, que es la primera apuntada para los años que siguen. Y ahí, a diferencia de lo que le pasó a Mauricio Macri, el peronismo estaría debilitado por la debacle kirchnerista y habría un nuevo eje de poder para negociar reformas mucho más amigables. En paralelo a lo laboral, una reforma de lo impositivo (atado a lo laboral) para luego apuntalar lo previsional. El "grito federal" podría ser un aliado importante. En ese escenario están el grupo de gobernadores que lanzó días atrás un frente político y electoral, con una estrategia más a largo plazo. Son Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut) y Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Santa Cruz). Dos de origen radical, uno peronista, uno sindical y otro del PRO. Si no fuera real parecería el inicio de un chiste en un bar. Si el resultado es negativo, el peronismo creerá que los tiempos cambiaron, el Congreso será más opositor que nunca y las reformas quedarán estancadas. El mercado no verá buena perspectiva de reformas y el plan se irá a la banquina. Si todo eso depende de la votación de una elección legislativa para diputados y senadores provinciales significa que Luis Caputo no sería el mejor ministro de la historia argentina. Y que pedir el Nóbel de Economía para el Presidente, como pretende Daniel Scioli, puede sonar exagerado.