La semana pasada el think tank liberal conocido como Fraser Institute lanzó su ranking de "libertad económica", que se realiza a través de su índice de libertad económica. El reporte, "Libertad económica en el mundo: reporte anual 2022", posiciona a la Argentina entre los 10 peores puestos. Durante los últimos años Argentina fue empeorando su desempeño. En 2000 se ubicaba entre las 37 naciones que más libertad económica tenían en el mundo, pero en 2010 ya había bajado al escalón 132°; en 2015 hizo lo propio hasta el 150°; y en 2019 hasta el 154°, por lo que siguió la parábola descendente. En el informe 2022 del Fraser Institute, la Argentina quedó en el puesto 161° de entre 165 relevados, por lo que solo es superada en restricción económica por cuatro países: Siria, Zimbabwe, Sudán y Venezuela, que otra vez volvió a quedar en el último puesto. Los primeros puestos tampoco presentan cambios sorpresivos: lideran Hong Kong, Singapur, Suiza, Nueva Zelanda y Dinamarca.

Sin embargo, esto no debería ser tomado con demasiado pesimismo. Si bien los problemas institucionales de la Argentina están a la vista de todos, la metodología de trabajo del Instituto Fraser -al igual que de otros think tanks satélites del ideario liberal como el Instituto Cato o la Fundación Heritage- tienen puntos flacos en su metodología. En rigor de verdad, Fraser y el Heritage cometen ciertas picardías a la hora de construir sus indicadores.

Pero aquí comienzan los problemas. Cabe preguntarse por qué países con alto gasto público como Dinamarca o Suiza puntúan tan alto en casi todos los índices de libertad económica cuando el mismo indicador define que el gasto público elevado resta puntos en el ranking. La razón es que el indicador de Heritage incluye "tamaño del Estado" y "libertad fiscal" pero sin que estos tengan un "peso" real en el resultado. Es decir, el coeficiente de correlación entre la variable y aquello que esta quiere medir es muy bajo.

Lo mismo ocurre con el indicador de Fraser. La variable "tamaño del gobierno", que mide transferencias monetarias, subsidios, inversión estatales, de cuánto capital es dueño el Estado y cuánto se cobra de impuestos sobre el ingreso, y lacorrelación es muy débil.

Lo que es más, al revisar la correlación de los subíndices que componen el indicador mayor (los que se expresaron antes), se nota que hay algunos que no solo tienen una correlación baja; sino que correlacionan negativamente con un mejor puntaje de libertad económica. En otras palabras, tanto el gasto estatal como las transferencias y los subsidios predicen una economía más libre.

Alternativamente, y tomando en consideración que los argumentos del Instituto Fraser son correctos, esto significa que un mayor gasto gubernamental está positivamente correlacionado con, por ejemplo, un mayor PBI per cápita.

¿Debe preocuparle a la Argentina su posición en el ranking? Sin dudas, es una variable considerar. Pero no es la única ni la más importante. Lo que es más, el país no tiene que renunciar a aquellos programas de gasto gubernamental o de subsidios para buscar más libertad económica ya que estas dos variables -bien utilizadas- pueden potenciar el crecimiento de la economía.