El discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner después de la muerte de un fiscal de la Nación que cinco días antes la había denunciado, está plagado de mentiras y cinismo. La jefa del Estado confiesa, casi en tono de risa y por cadena nacional, que al informarle la Ministra de Seguridad sobre un "incidente" en el domicilio del fiscal Alberto Nisman pensó que era un "chiste de madrugada". Pone los pelos de punta tanta insensibilidad. ¿Cuánto más daño queda por hacer en el descenso de la Argentina democrática al infierno?


La República Islámica de Irán nunca mostró interés en cooperar con la justicia argentina. No hay dudas y hay pruebas.


Con la firma del memorándum en 2013 sólo buscó la caída de las notificaciones rojas de Interpol que aún penden sobre los funcionarios iraníes acusados de haber volado la sede de la AMIA y asesinado a 85 personas. Ello quedó confirmado cuando paralizaron la ratificación del tratado que habían enviado el 10 de marzo de 2013 a su Parlamento después de que Interpol confirmara, el día 15 de ese mes, que las circulares rojas seguían vigentes. Por esos días, el propio canciller iraní Ali-Akbar Salehi expresaba públicamente que "según el acuerdo firmado por ambos países, la Interpol debe eliminar las acusaciones contra la autoridades iraníes" reafirmando que el único y final interés de Irán era la impunidad.


Según consta en la denuncia de Nisman, ocho años antes en 2005, Irán condicionaba su cooperación judicial a cambio de garantizar la impunidad. "El asunto principal es que de alguna manera podamos estar convencidos de que si colaboramos, el juez de la causa llegará a la conclusión de que el señor X o el señor Y no están ni estuvieron implicados en la explosión de la AMIA" dice la respuesta oficial iraní a un exhorto de la Justicia argentina. Traducido en criollo sería algo así como "si garantizan que ni X ni Y serán encontrados culpables, colaboraremos".


En su denuncia, Nisman cita un "non paper" entregado por la diplomacia iraní a nuestra cancillería. Nuevamente queda de manifiesto que el único interés de la República Islámica de Irán era la impunidad. En él proponen que "las partes aceptan que no ha existido ninguna acusación contra ciudadanos iraníes" y que "la parte argentina revocará cualquier orden de arresto librada por el Juez contra los ciudadanos de la República Islámica de Irán". Más claro, imposible.
¿Por qué cambiaría Irán una postura política de no cooperación tan definida y de larga data?
¿Por qué razones cambió la estrategia argentina de la mano de Cristina Kirchner y el canciller Timerman? ¿Qué explica ese viraje cuando sus predecesores Bielsa y Taiana tenían claro que Irán nos podía meter en una "trampa" y que no tenía "la más mínima voluntad de ayudar a esclarecer" el atentado a la AMIA?


En su investigación, el fiscal encontró respuestas que le costaron la vida. Es una denuncia con fundamento y asidero. Aunque no le guste admitirlo a la Presidenta. Aunque ella continúe atacando y descalificando el trabajo del fiscal muerto, difunda más y nuevas intrigas, y, hable de ella misma y su exitosa carrera como si nada más importara.


Tal como lo había hecho ante la Asamblea General de Naciones Unidas en 2014, Cristina Kirchner volvió a acusar de "demonios" al fiscal, a la AMIA y a la DAIA por haber pedido la declaración de inconstitucionalidad del Memorándum con Irán. Miente al decir que el juez Canicoba Corral no declaró inconstitucional al Tratado: en su fallo dijo que era una cuestión abstracta porque aquel no había sido ratificado por el Parlamento iraní. Insiste en culpar a Nisman y a las instituciones de la colectividad judía por haber obstaculizado la declaración de los imputados en Teherán cuando es público y notorio que ello jamás iba a suceder porque los iraníes no lo permitirían. Además en 2013 Irán había paralizado el tratado mientras que la inconstitucionalidad fue declarada en mayo de 2014. En conclusión, ni jueces, ni fiscales ni las instituciones judías obstaculizaron nada.


Finalmente, dice que "el tema del sistema de inteligencia" es una deuda de la democracia desde 1983. Olvida que ella y su esposo gobiernan desde 2003. Olvida que ni él ni ella plantearon jamás una reforma porque usaron los malos oficios de la ex SIDE para "carpetear", escuchar, amedrentar y amenazar a opositores, periodistas, jueces y fiscales. Después del papelón del "descubrimiento" (que no fue) de los cassettes de la SIDE vinculados a la AMIA que Néstor Kirchner anunció con bombos y platillos la semana en que se cumplía el décimo año del atentado, su entonces Jefe de Gabinete Alberto Fernández declaró "el Presidente no tiene nada que decir de la SIDE". Ya habían sellado un pacto con la ex SIDE para construir poder sembrando el miedo y el terror.


Un fiscal ha muerto en democracia después de denunciar a la Presidente de la Nación por haber ordenado un arreglo con los asesinos de la AMIA. Como confesó la presidenta del bloque oficialista de diputados nacionales, Juliana Di Tullio, en 2013: "¡Yo no soy una librepensante! Soy un cuadro político en la más estricta definición, la del encuadramiento. Y tengo, obviamente, una conductora". Este gobierno es el más concentrado de la historia constitucional argentina y en él no hay lugar para librepensadores: se escucha y se acata. Si la conductora ordena, cumplen. Si la conductora se equivoca, no importa. Todo se defiende con el mismo ahínco, necedad y cinismo. De todo eso no hay dudas, hay pruebas y hay responsables.