Religión

Esta decisión del Papa Francisco cambió la tradición más arraigada del Vaticano

Su residencia es un símbolo de los cambios que busca implementar en la Iglesia desde su llegada hace más de diez años.

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El Papa Francisco sorprendió a la Iglesia y al mundo al rechazar vivir en el Palacio Apostólico, una decisión que desafía siglos de tradición papal en el Vaticano

Al elegir en cambio la Casa Santa Marta como su residencia, el Papa marca un antes y un después en la historia del liderazgo eclesiástico, resaltando su estilo de vida humilde y sus valores de cercanía. 

Humildad y sencillez: razones detrás de la elección 

El Papa Francisco ha sido consistente en expresar su compromiso con la sencillez, manteniendo una vida modesta desde su época como arzobispo de Buenos Aires. 

Para él, el Palacio Apostólico representa una separación de la vida cotidiana de los fieles, mientras que la Casa Santa Marta le brinda un ambiente de sencillez que considera esencial para su misión. Su rechazo a las comodidades y protocolos históricos ha sido una clara declaración de sus valores y del tipo de Iglesia que desea promover.

Cercanía con el personal y comunidad del Vaticano 

Vivir en la Casa Santa Marta permite a Francisco estar rodeado de otros residentes, incluidos sacerdotes y personal del Vaticano, con quienes interactúa de forma diaria y espontánea. 

Esta cercanía le permite conocer y entender las realidades de quienes trabajan en el Vaticano y brinda un ambiente de comunidad en su día a día. Para el Papa, esta es una manera de permanecer accesible, escuchar a otros y establecer un contacto que de otro modo se vería limitado desde el Palacio Apostólico.

Un símbolo de reforma en la Iglesia 

La decisión del Papa Francisco no solo es un gesto de humildad personal, sino también un mensaje de transformación para la Iglesia en general. Su preferencia por una residencia menos ostentosa es una señal de que desea una Iglesia menos jerárquica y más cercana a sus feligreses. 

Este cambio resuena con sus llamados a una institución eclesiástica más inclusiva, al servicio de todos, especialmente de los más necesitados. La Casa Santa Marta, un lugar sencillo y compartido, simboliza esta visión de una Iglesia más accesible y orientada a las personas.

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