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El fuego no solo cocina: transforma, provoca y emociona. En República del Fuego, ese elemento ancestral es mucho más que una herramienta gastronómica. Es identidad, estética y discurso. Bajo esa premisa nació Fuego Compartido, el tercer pop-up del año del restaurante, una experiencia realizada el 15 de diciembre junto a BASA Buenos Aires, que reunió a prensa especializada, referentes del sector y comensales en una noche pensada para ser vivida —y recordada— intensamente.

El local, ubicado en Juncal 2682, Recoleta, y distinguido con la mención Bib Gourmand Michelin 2025, reafirmó su identidad patagónica contemporánea al unirse a BASA en lo que se definió como una “intervención artística y gastronómica”.

El fuego como “idioma prohibido”

La visión conceptual detrás de República del Fuego es la de Juan Pablo Ugarte, gerente general y creador del espacio, quien describe el restaurante como la materialización de una idea que le llevó años de trabajo y dedicación: “Yo esto lo soñé por 7 años”.

Para Ugarte, el fuego es la firma ineludible de la marca: “desde el vamos el fuego es el idioma nuestro, de República del Fuego”. Esta concepción va más allá de la brasa, ya que incluye una dimensión sensorial y emocional. El creador detalla que el fuego siempre está presente, no solo en la cocina, sino también con un matiz un poco más subversivo: “tiene algo un poquito más de lo erótico, de lo prohibido”.

Esta pulsión se refleja en la estética del restaurante, donde “todo apunta hacia el fuego”, como las luces rojas en el bar y la puerta de la cocina. Ugarte sintetiza la filosofía del lugar como un constante movimiento dual: “República del Fuego es un péndulo... es un péndulo entre lo bueno y lo malo, entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte”.

Dos cocinas, una misma llama

El encuentro propuso una fusión creativa entre dos identidades con miradas complementarias. República del Fuego aportó su impronta patagónica contemporánea, donde todo pasa por las brasas y el fuego funciona como eje conceptual. BASA Buenos Aires, bajo la conducción de la chef Leandra Pérez, sumó una cocina moderna, precisa y técnicamente refinada.

“Siempre el fuego estuvo presente en mi vida”, contó Ugarte. “Hace 18 años que estoy en el rubro y siempre soy parrilla. En mi casa, el fuego se prende el viernes a la noche y se apaga el domingo. No concibo cocinar sin fuego”.

Un menú como recorrido sensorial

La experiencia se desplegó a través de un menú de seis pasos, acompañado exclusivamente por vinos de Escorihuela Gascón – Pequeñas Producciones, bodega que aportó elegancia y coherencia a toda la velada.

Prensa especializada, referentes del sector y comensales.
Prensa especializada, referentes del sector y comensales.

Desde la bienvenida —pan jalá, hummus de garbanzos y aceite de oliva— hasta el amuse bouche, con pato a la parrilla ahumado en mango y cardamomo y pez limón madurado con emulsión de hinojo, cada plato reforzó el concepto central: todo se transforma a través del fuego.

“Nosotros tenemos un concepto muy claro: todo lo que presentamos pasa por el fuego. Algún condimento, algún paso, algo siempre entra en contacto con las brasas”, explicó Ugarte.

El diálogo entre técnica y atrevimiento

Las entradas y los platos principales profundizaron el intercambio entre precisión técnica y audacia creativa. Elaboraciones como la burratina con gazpacho de tomates reliquia y huevas de trucha convivieron con propuestas de mayor intensidad, como las mollejas crocantes a la parrilla, mientras que los principales desplegaron una paleta de sabores donde el fuego ordenó cada decisión.

“El agridulce tiene mucho que ver con nuestra historia”, explicó Juan Pablo Ugarte. “Los chefs que hoy están en BASA y en República del Fuego son venezolanos, y yo viví en Venezuela desde los dos hasta los catorce años. Ese cruce cultural también está en el plato”.

Esa herencia se expresó en platos donde el contraste fue protagonista, como los culurgiones de plátano maduro con guanciale casero y cenizas de puerro, que resignificaron un producto típico venezolano desde una mirada contemporánea.

El mismo enfoque atravesó otras preparaciones de la noche, como el pato a la parrilla ahumado en mango y cardamomo, o las mollejas crocantes con ají panca y amarillo, confirmando una cocina que transforma la memoria y el origen en experiencia.

Una experiencia que busca emocionar

Si bien Ugarte se involucró profundamente en cada aspecto del proyecto —desde la decoración hasta los números, enfatiza que la excelencia culinaria depende de la confianza y el profesionalismo de sus chefs.

Ugarte sostiene firmemente la importancia de delegar el área creativa: “Yo soy un creyente de que tenemos que apoyar todo lo que es la creatividad de los profesionales”. Y añade con claridad: “Yo no soy chef, los chefs son los que hoy hicieron posible esto”.

Finalmente, el valor agregado que define a República del Fuego es la experiencia emocional total. El restaurante fue pensado para que la energía y el sentimiento sean el foco. Ugarte concluye:“Nosotros no vendemos solo platos: vendemos experiencia. Buscamos emocionar al cliente con la comida, con el ambiente, con el servicio. Ese es nuestro valor agregado”.

Con esta tercera edición del año, Fuego Compartido volvió a consolidarse como un formato de experiencias únicas e irrepetibles, donde dos cocinas se encuentran alrededor de una llama común y el fuego deja de ser solo calor para convertirse en lenguaje.