Krontiras, un paso más allá en vinos

El establecimiento vitivinícola de capitales griegos redobló la apuesta con un ambicioso proyecto: construir la primera bodega biodinámica del mundo.

Hacer una bodega biodinámica. Ése fue el desafío que emprendió Constantino Krontiras, dueño de la bodega, junto al enólogo Panos Zoumboulis, quien, con más de 25 años de experiencia en la elaboración de vinos en el Viejo Mundo, llegó a la Argentina para convertirse en el asesor enológico de este proyecto. Pero, ¿qué es lo que hace que este emprendimiento sea tan ambicioso? La respuesta es simple: a diferencia de la vitivinicultura biodinámica, que es descendiente directa de la agricultura que respeta dicha filosofía, no existen reglas ni ejemplos sobre los cuales basarse para construir una bodega biodinámica.
Actualmente la bodega Krontiras posee dos fincas: una situada en Villa Seca, Maipú, y otra en Luján de Cuyo, con viñedos implantados hace casi 100 años. Ambas son trabajadas en forma orgánica y biodinámica, y con esas uvas se elaboran los vinos Doña Silvina Rosado de Malbec, Doña Silvina Fresh Malbec y Doña Silvina Malbec, mientras que las uvas de los viñedos añejos de Luján de Cuyo se emplean para el ejemplar top: Doña Silvina Reserva.La única del mundoOriginalmente, cuando comenzó la construcción, en 2003, la bodega fue concebida para operar 100% ecológicamente y cumplir con el precepto de respetar la naturaleza desde los viñedos hasta el producto final mediante un proceso orgánico, en principio, y con proyección a la biodinamia.
La idea de construir un establecimiento que respetara esta filosofía surgió cuando, durante una visita a la finca de Luján de Cuyo, un referente de la biodinamia mundial le sugirió a Constantinos la idea de edificar una bodega basada en esos lineamientos. Si bien la idea entusiasmó al equipo de trabajo, a la hora de pensar cómo hacerlo fue difícil no contar con una guía en la cual basarse. Mediante la búsqueda de antecedentes, los especialistas extrajeron datos que sirvieron de base para el trabajo entre los distintos arquitectos que participaron del proyecto, los asesores biodinámicos y los dueños de la bodega. Así, luego de muchas horas de investigación, aparecieron los primeros bocetos.
Otro de los desafíos fue el deseo de optimizar el trabajo en bodega minimizando la utilización de ciertos recursos como la electricidad, uno de los motivos por los que la bodega se encuentra a 5,4 metros bajo tierra, para reducir naturalmente la temperatura y generar luz natural gracias a grandes ventanas.
Para construir la bodega se tuvo en cuenta la topografía del lugar (Barranco del Río, Mendoza), la cual facilitó la ubicación de la bodega por sistema gravitatorio, con desniveles entre los distintos espacios del proceso de vinificación. Además, la bodega se construyó con muros de hormigón ciclópeo, con piedras y áridos del lugar, extraídos de los lechos del río Mendoza, con los que se consigue gran inercia térmica y, por tanto, mejor control natural de temperatura. En el interior predominan los acabados de cemento naturales y, por medio de una doble altura se vinculan el área de vendimia, la sala de tanques y los laboratorios.
Otra característica del establecimiento es que en los espacios donde se elabora el vino no existen ángulos rectos, porque en la naturaleza no existe forma alguna con semejante ángulo. La sala de barricas es circular, está recubierta por fardos de paja de trigo orgánico y la ubicación de los tanques forma una figura de infinito.
Pionera en la Argentina y en el mundo entero, Krontiras es sin duda una bodega distinta a todas; la primera basada en la filosofía biodinámica. z we
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