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Richard Neustadt, asesor de varios presidentes de Estados Unidos y quizá quien mejor retrató la naturaleza del liderazgo político, solía decir que creemos ver en un presidente a alguien que toma decisiones, pero deberíamos ver a alguien que busca producir decisiones, ya sea porque lidera una mayoría para hacerlo o porque persuade a una mayoría para lograrlo.

En última instancia, el sistema político no es más que un conjunto de normas y procedimientos pensado y diseñado para tomar decisiones, que no es otra cosa que el objetivo ulterior de lo político: ayudarnos a tomar decisiones colectivas.

Este encuadre bien estructural de la naturaleza de los procesos políticos nos ayuda a entender la naturaleza de nuestro coyuntural proceso político en Argentina, del ciclo político liderado por Javier Milei. Es decir, la cuestión aquí sobre la escena sigue siendo la de observar si finalmente los argentinos podemos producir decisiones colectivas.

Se desean tomar decisiones para resolver problemas, y en la Argentina hace ya tiempo que los problemas por resolver son esencialmente económicos. Una economía que no crece, que no genera ni empleo privado de calidad, ni riqueza, ni una mejor calidad de vida para la gente. Esa economía que enojó a la gente con la dirigencia política, produjo en 2023 la emergencia de un liderazgo disruptivo, de un presidente sin equipos, sin trayectoria, sin experiencia y sin partido.

La anomalía del 2023 y la corrección política del 2025

Si pensamos la naturaleza del proceso político bajo la óptica de si contribuye o no a producir decisiones, los argentinos produjimos en 2023 la configuración del sistema político más disfuncional que podríamos haber producido. Aún asumiendo que la elección de Javier Milei era la mejor en orden de las soluciones ofrecidas por el candidato, la resultante fue la menos recomendada para facilitar el proceso de toma de decisiones. Un gobierno hiperminoritario.

Esa anomalía producida en 2023 (poner al frente del Poder Ejecutivo a alguien que tenía una escasa representación en el Poder Legislativo), debía ser corregida y por ello era muy relevante la elección de medio término para saber si esta iba a ordenar la micropolítica. Es decir, ordenar el sistema político de un modo más propicio para producir decisiones.

Y efectivamente ello sucedió. El buen resultado obtenido por La Libertad Avanza ha permitido que para la segunda mitad de mandato haya una configuración mucho más propicia para tomar decisiones (sancionar leyes). Esta novedad no solo ayuda a darle más consistencia al proceso político, no solo permite dejar atrás el estado de fragilidad sobre el cual este transcurría, sino que aumenta la probabilidad de consolidación del proceso de estabilización económica.

De la estabilización al crecimiento: el nuevo desafío

Pero para ello será necesario dotar al orden y a la estabilidad económica de mejores herramientas para poder producir crecimiento y desarrollo. La economía no solo necesita orden, necesita todo un sistema de incentivos que favorezca el ahorro, la inversión y la competitividad de la economía, de modo que aquella estabilidad no sea un fin en sí mismo, sino la base sobre la cual construir una sociedad capaz de generar empleo, innovación y prosperidad sostenible en el tiempo.

Aquí estará puesto el foco en esta segunda etapa este ciclo, en qué modo se puede pasar de la estabilización económica al crecimiento económico. Y esto no solo es el paso natural desde el punto de vista económico, sino el paso necesario para la consolidación del proceso político. El ciclo de Javier Milei se va a consolidar en la mediad que resuelva los problemas que la sociedad argentina reclama resolver.

Si en la primera mitad de mandato la preocupación era casi exclusivamente el cómo (cómo se iban a -o se podían- tomar decisiones), en la segunda mitad de mandato el problema será mayormente el qué (qué decisiones se van a -o se pueden- tomar). Esto cambia sustancialmente el plano de los desafíos. Ahora será más necesario analizar si las decisiones son las correctas, son suficientes, son tomadas sobre la base de un buen diagnóstico de las necesidades, son correctamente implementadas y son las soluciones buscadas.

Las decisiones de la estabilización vs. las decisiones del desarrollo

Lo que está claro es que las decisiones que se toman para salir de una crisis estructural (absoluto desorden macroeconómico), no son las decisiones para sostener un proceso de crecimiento y desarrollo. Las primeras son tomadas extraordinariamente, las segundas son tomadas sostenidamente en el tiempo para ir acompañando o corrigiendo el proceso. En algún momento las decisiones de la estabilización le deben dejar lugar a las decisiones del crecimiento.

Es esto último lo que podría venir en el futuro inmediato. Ver si el proceso político puede avanzar en la toma de las decisiones del crecimiento, reformas estructurales que doten a la economía de una forma saludable para crecer. Una reorganización del sistema impositivo, haciéndolo más liviano sobre la actividad económica y más competitivo para los diferentes sectores. Una modernización de la legislación laboral que vaya acompañando la realidad de los diferentes sectores y que permita garantizar costos laborales que no ahoguen la competitividad de los diferentes sectores. Y otras reformas que puedan agregar competitividad no cambiaría para mejorar las condiciones para el crecimiento.

El cierre político: consensos, límites y viabilidad

Quizá el desafío político este concentrado en esto último. Con un oficialismo más estabilizado sobre la escena, y con más margen decisional que al comienzo, se pueda pensar en la posibilidad de que los actores colaboren para tomar las decisiones necesarias, y sobre todas las cosas, se consoliden los límites de las decisiones que no se pueden volver a tomar.

Si existe ese consenso sobre qué puede ser motivo de discusión y debate y qué no, y ese consenso es sobre la base de condiciones que sean saludables para pensar una economía que ofrezca crecimiento sostenible, entonces podremos decir que la Argentina salió del estancamiento y la decadencia, y podremos pensar que una Argentina distinta será posible.