A finales de 2013, ejecutivos y analistas del sector reconocían la dificultad para trazar previsiones sobre el desempeño de la industria automotriz este año, pero en general, las expectativas indicaban que el mercado alcanzaría niveles cercanos a los de 2013, o en la peor de las hipótesis, hasta 4% inferior.
Existía consenso en torno a que las automotrices tendrían dificultades con el retiro de parte de los descuentos en el Impuesto sobre Productos Industrializados en enero, situación agravada por la introducción compulsoria de nuevos dispositivos de seguridad en los automóviles, poniendo más presión sobre los precios, y la continuidad de un ambiente restrictivo en el mercado de crédito.
Sin embargo, los resultados del primer semestre superaron las expectativas más pesimistas. Las ventas de vehículos cayeron 7,6%, mientras las exportaciones cedieron más de 35%, en una combinación que llevó a las fábricas a recortar la producción casi 17%, además de reducir la fuerza de trabajo con la eliminación de 5.500 puestos de trabajo desde enero.
Escaparon de las previsiones iniciales factores como el empeoramiento de la crisis argentina -destino de cuatro de cada cinco autos exportados por Brasil-, las dificultades vinculadas con los financiamientos a camiones del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y la escalada de los stocks, que, en marzo, llegaron a alcanzar el nivel más críticos desde la crisis financiera de 2008.
Definida la situación del IPI, cuyas alícuotas permanecen reducidas hasta final de año, las proyecciones se están actualizando a la nueva realidad. Anfavea, la entidad que representa a las automotrices instaladas en el país, cambió las expectativas, que hasta entonces, sugerían un crecimiento superior al 1% tanto en las ventas como en la producción. Ahora, la previsión es de una caída de 5,4% de los patentamientos y de 10% de la producción.
Antes de Anfavea, Fenabrave, la asociación de las reventas, había anunciado que proyectaba una caída de 8,1% en el mercado, incluyendo camión es y autobuses, este año.
Aunque negativas, esas estimaciones presuponen un segundo semestre mejor que el primero -pero en volúmenes inferiores en la comparación con igual período del año pasado. Es decir que, el sector habría llegado, o estaría cerca de llegar, al fondo del pozo, abriendo así la perspectiva de alguna reacción.
De acuerdo a los cálculos de Anfavea, las ventas del segundo semestre superarán en 14% los volúmenes registrados en los primeros seis meses del año. Proyecciones de ese tipo se sustentan en la estacionalidad -porque la segunda mitad del año es históricamente más fuerte-además del calendario más favorable. Sin tantos feriados y días festivos por el Mundial de Fútbol, la industria tendrá más días de ventas.
Entra en la contabilidad la posibilidad de anticipar las compras en el último bimestre, una vez que el gobierno dejó la recomposición del IPI para enero.
Sin embargo, eso no altera los factores que están derribando el consumo de vehículos. Los bancos no serán más permisivos en el análisis de crédito -ahora con tasas de interés más altas-, como con los consumidores, más endeudados y con menos confianza en los rumbos que tomará la economía, no está tan dispuesto a cambiar el auto.
Para ejecutivos de la industria de camiones, incertidumbres que prorrogan inversiones en la flota de vehículos comerciales también persistirán hasta las elecciones de octubre.
Luego, se esperan medidas de austeridad fiscal en el inicio del mandato del nuevo presidente, cuando los gobiernos suelen concentrar las políticas más impopulares. Tal coyuntura refuerza el análisis -compartido por ejecutivos como Carlos Ghosn, presidente de Renault Nissan, y Jaime Ardilla, en el comando de General Motors en la región- de que el sector seguirá en punto muerto hasta, al menos, 2015.