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La Armada de Estados Unidos ha dado un paso sin precedentes en el ámbito de la defensa marítima. El pasado 22 de agosto la US Navy puso a flote su primer buque de asalto gigante de la clase Landing Craft Utility (LCU), el LCU 1710.

Este despliegue militar que tuvo lugar en las instalaciones de Austal USA en Mobile, Alabama implica un hito histórico en la modernización de la Armada estadounidense y representa una ventaja única en la carrera armamentística librada con el resto de las superpotencias.

¿Cómo es el inmenso buque estadounidense que podría desatar la guerra?

La nueva embarcación tiene una capacidad de carga de más de 544.311 kilogramos, casi siete veces más que la del C-17 Globemaster de la Fuerza Aérea (77.519 kilogramos). Por este motivo, el LCU-1700 es el más grande y eficiente de su clase.

De acuerdo a Naval News, fue diseñado para reemplazar a su predecesor, uno de los protagonistas de la Guerra Fría. Según detalló el medio especializado, las LCU se transportan a bordo de buques de asalto anfibio hasta la zona objetivo y se utilizan en operaciones militares para transportar vehículos, personal y carga de mar a costa y viceversa.

Sin embargo, LCU es uno de los tres programas de construcción naval en producción en serie en las instalaciones de Austal USA. La compañía tiene además en construcción tres buques de remolque, salvamento y rescate (T-ATS) clase Navajo de la Armada y dos patrulleros de alta mar (OPC) clase Heritage.

La modernización de la flota de los Estados Unidos avanza a paso firme

De la mano del LCU 1710, la Armada de Estados Unidos introdujo el Sea Dart, un submarino sin tripulación preparado para llevar a cabo misiones de alto riesgo.

Este vehículo autónomo de vanguardia es el resultado del ingenio de Leidos, una empresa estadounidense que cuenta con más de veinte años de trayectoria en el desarrollo de tecnología militar avanzada.

El Sea Dart representa no solo un avance tecnológico, sino una nueva era en la guerra y exploración submarina, donde la inteligencia artificial y la robótica se convierten en los nuevos guardianes de los océanos.

Gracias a su arquitectura adaptable, el Sea Dart puede cumplir funciones clave como operaciones antiminas, detección ambiental, monitoreo de infraestructura submarina, prospección y exploración oceánica y preparación para el espacio de batalla.