La Alerta total se ha encendido en la costa oeste de Estados Unidos tras los inquietantes estudios sobre un posible megatsunami originado en la zona de subducción de Cascadia. Los investigadores alertan que un evento sísmico de gran magnitud podría generar olas de hasta 300 metros, capaces de destrozar zonas densamente pobladas.
El riesgo no es una simple teoría fatalista, porque según National Geographic, hay evidencia geológica que apunta a 19 eventos similares en los últimos 10.000 años. La amenaza se concentra en los estadosWashington, Oregón y California, donde el margen de tiempo para actuar sería mínimo.
¿Qué zonas podrían ser destrozadas por un megatsunami en Estados Unidos?
El temor gira en torno a la fractura entre las placas tectónicas de Juan de Fuca y América del Norte. Allí, el movimiento acumulado por siglos podría liberar una fuerza brutal y tres estados corren mucho peligro.
Washington, Oregón y el norte de California están en la primera línea de impacto, y la posibilidad de reacción ante un evento de esta magnitud sería muy baja. De hecho, Seattle y Portland están entre las ciudades más expuestas al impacto y podrían "ser arrasadas en menos de 15 minutos después del sismo inicial".
Según el equipo liderado por la geóloga Tina Dura, un temblor superior a 9.0 grados escala de Richter sería suficiente para despertar al "tiburón dormido" del Pacífico. La costa, en minutos, recibiría la embestida de una masa de agua incontrolable.
Los expertos proyectan una devastación sin precedentes.
Las olas de hasta 300 metros arrasarían infraestructuras enteras.
Ciudades enteras podrían desaparecer del mapa.
Más de 70.000 km² están bajo amenaza directa.
El tiempo de reacción no superaría los 15 minutos.
El verdadero peligro no es solo el agua: la preparación marca la diferencia
La investigación de Virginia Tech y publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences subraya una realidad incómoda para Estados Unidos. La falta de preparación puede agravar aún más el impacto. Aunque se han impulsado sistemas de Alerta temprana, la conciencia ciudadana sigue siendo baja.
El último evento masivo de este estilo ocurrió en el año 1700 y cruzó el océano hasta llegar a Japón. Hoy, la diferencia sería la escala del desastre. Y el mayor enemigo, según los científicos, no es la ola, sino la falta de información real frente a una amenaza que no pregunta cuándo llega, sino cómo lo hará.