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Cada vez más países empiezan a despedirse del dólar. Aunque la moneda estadounidense aún conserva su peso global, crece el número de economías que ya no lo quieren como opción principal ni para los ahorros de su población ni para el comercio.

Esta tendencia, en aumento especialmente en Asia, conocida como "desdolarización", apunta a reducir la exposición al dólar en comercio, reservas y operaciones financieras. La señal es clara: el dominio del billete verde ya no es incuestionable.

¿Qué países ya no quieren al dólar para ahorrar ni pagar?

El proceso de despedida del dólar es más notorio en los diez países que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Estos gobiernos han trazado un plan para disminuir el uso del dólar tanto en el ahorro como en los pagos internacionales, dentro del marco de su Plan Estratégico Económico 2026-2030.

La estrategia busca impulsar monedas locales, mitigar los efectos de la volatilidad del dólar y reforzar la independencia financiera regional. Además, responde al uso de la divisa estadounidense como herramienta de presión en el plano geopolítico.

Los 10 países que ya no lo quieren como opción dominante son:

  • Indonesia
  • Malasia
  • Singapur
  • Tailandia
  • Filipinas
  • Vietnam
  • Camboya
  • Laos
  • Myanmar
  • Brunéi

¿Por qué estos países se despiden del dólar?

El cambio no implica que el dólar haya desaparecido, sino que estos países ya no lo quieren como la principal divisa de sus transacciones comerciales. Su valor cayó más de 10% este año y, de acuerdo con datos del FMI, el uso de esta moneda en reservas globales bajó del 70% en 2000 al 57,8% en 2024.

Una señal clave de esta transición es que grandes inversores en Asia -como aseguradoras de vida, fondos de pensión y bancos- están tomando medidas para protegerse del dólar. Lo hacen a través de cobertura cambiaria: venden dólares y compran monedas locales para evitar pérdidas si el dólar se debilita.

Aunque el dólar sigue siendo el rey en el comercio global, el proceso de desdolarización avanza, y cada vez más países se preguntan si realmente lo necesitan para sus finanzas del futuro.