

Un equipo internacional de científicos confirmó por primera vez que el interior de la Luna alberga un núcleo interno sólido, comparable al de la Tierra y con una densidad similar a la del hierro. Este descubrimiento representa un avance significativo en la comprensión de la estructura lunar.
El hallazgo, publicado en Nature, pone fin a un debate de décadas sobre la composición del satélite natural y podría reescribir nuestra comprensión del sistema solar.
La investigación utilizó datos de misiones espaciales y mediciones láser para modelar con precisión el interior lunar. Los resultados no solo respaldan estudios previos de la NASA, sino que también ofrecen pistas clave sobre la desaparición del campo magnético lunar y la evolución geológica del satélite.
Los misterios del interior lunar y su impacto en nuestra concepción del espacio
El equipo halló evidencia de un proceso activo en el manto lunar, donde los materiales más densos descienden y los más livianos ascienden. Este movimiento profundo ayudaría a explicar la presencia de ciertos elementos en las regiones volcánicas de la superficie.
Según el estudio liderado por Arthur Briaud, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, el núcleo de la Luna está compuesto por una capa externa líquida y una parte interna sólida con una densidad de 7.822 kg/m³, muy similar a la del hierro. Esta región representa alrededor del 15% del radio total del satélite.

El descubrimiento del núcleo sólido: ¿Cómo se logró y qué significa para nosotros?
Este hallazgo refuerza la idea de que la Luna tuvo un campo magnético fuerte en sus primeros mil millones de años, generado por la actividad interna de su núcleo. Comprender cómo se formó y se desactivó ese campo podría aportar claves sobre la historia temprana del sistema solar y sobre el origen de otros cuerpos celestes.
El descubrimiento fue posible gracias a nuevas simulaciones que combinaron datos sísmicos, deformaciones gravitacionales y cambios en la distancia entre la Tierra y la Luna. Los resultados coinciden con una hipótesis propuesta en 2011 por científicos de la NASA, que ya había señalado un posible núcleo sólido.












