Las pruebas de detección, aunque útiles, tienen limitaciones, como los resultados falsos negativos y positivos. A medida que las personas envejecen, la expectativa de vida disminuye y los beneficios de estas pruebas se reducen.
Enfermedades como el cáncer de próstata y cuello uterino suelen tardar en manifestarse, lo que significa que una persona de 80 años podría fallecer por otra causa antes de que estas condiciones afecten su salud. Por ello, los médicos pueden recomendar dejar de realizar ciertas pruebas de detección en etapas avanzadas de la vida.
Pruebas de detección en la salud: qué son y para qué sirven
Los expertos establecen "edades límite" para la realización de pruebas de detección, sugiriendo que las personas pueden dejar de hacerse estas pruebas a partir de cierta edad. Sin embargo, hay excepciones; por ejemplo, si una colonoscopia revela anomalías en un paciente de 72 años que goza de buena salud, podría recomendarse repetir la prueba después de los 75 años.
Las pruebas de Papanicolaou son fundamentales para la detección del cáncer de cuello uterino. Desde 1996, se recomienda que las mujeres menores de 65 años que se someten a estas pruebas de manera regular pueden dejar de hacerlo sin riesgo. Sin embargo, un estudio reciente publicado en JAMA Internal Medicine revela que muchas mujeres, con una edad promedio de 76 años y en su mayoría blancas, continúan realizándose estas pruebas después de los 65 años. El análisis abarcó entre 15 y 16 millones de mujeres anualmente entre 1999 y 2019, todas inscritas en Medicare.
El estudio sugiere que algunas de estas mujeres podrían tener razones válidas para seguir haciéndose pruebas, como exámenes inadecuados en el pasado o recomendaciones de sus médicos. Sin embargo, no se recopilaron datos específicos al respecto. Por lo tanto, es probable que muchas de estas pruebas sean innecesarias y no ofrezcan beneficios significativos.