

Hace 183 millones de años, un evento catastrófico sacudió los océanos del planeta. Volcanes submarinos situados en lo que hoy es Sudáfrica expulsaron alrededor de 20.500 gigatoneladas de dióxido de carbono, alterando el delicado equilibrio de oxígeno en los mares. ¿La consecuencia? Un colapso masivo de la vida marina.
Hoy, en plena era del cambio climático, los científicos miran hacia ese pasado turbulento para entender qué podría pasar si no se frena el ritmo de las emisiones humanas. Y las señales no son alentadoras.
Un pasado que se parece demasiado al presente
Según datos recientes, la actividad humana ha liberado ya 2.390 gigatoneladas de CO desde 1850, apenas un 12% del total jurásico, pero en solo 170 años. La rapidez es la amenaza: lo que antes ocurría en milenios, ahora pasa en décadas.
El investigador François Tissot, del California Institute of Technology, analizó rocas marinas en Italia que guardan la memoria química del llamado Evento Anóxico Oceánico Toarciano (T-OAE). Durante este período, enormes áreas del fondo marino quedaron sin oxígeno, provocando extinciones masivas.

"Los fósiles desaparecen abruptamente en los sedimentos de esa época. El océano dejó de respirar", explica Tissot.
¿Qué causó el colapso?
El culpable fue un supervolcán: el Karoo-Ferrar Large Igneous Province, que liberó dióxido de carbono en cantidades colosales. Esto provocó:
Calentamiento global
Pérdida de oxígeno en el agua
Proliferación de algas tóxicas
Muerte masiva de organismos marinos
El calentamiento estratificó el océano, impidiendo la mezcla de capas de agua y bloqueando la renovación de oxígeno disuelto. Y, al igual que hoy, el exceso de nutrientes generó floraciones algales que terminaron por asfixiar los mares.
¿Cómo lo sabemos?
La clave está en los isótopos de uranio. Estas trazas químicas, preservadas en estratos de piedra caliza en Italia, permiten reconstruir los niveles de oxígeno de los océanos antiguos.
Gracias a modelos estadísticos avanzados, los científicos confirmaron que el oxígeno cayó en picada justo después del primer pulso volcánico. La recuperación tomó entre 300.000 y 500.000 años.
"Una vez que se pierde el oxígeno marino a gran escala, volver al equilibrio lleva milenios", advierten los expertos.
Hoy los océanos muestran síntomas similares
Actualmente, solo un 0,2% del fondo oceánico está bajo zonas anóxicas permanentes, como el Mar Negro. Pero el panorama está empeorando:
Desde 1960, el oxígeno oceánico ha disminuido un 2%
Se proyecta que para 2100, las zonas medias del océano podrían perder hasta un 20% de su oxígeno
Ya existen más de 400 zonas muertas en estuarios de todo el mundo
La ecóloga marina Denise Breitburg advierte que esta tendencia amenaza la supervivencia de múltiples especies marinas, incluyendo aquellas cruciales para la pesca comercial.
A diferencia del pasado, donde las erupciones cesaban, las emisiones humanas son constantes y están atadas al uso de energía, transporte, agricultura y consumo.
¿Qué se puede hacer?
Reducir el uso de combustibles fósiles
Proteger ecosistemas que almacenan carbono, como los manglares y praderas marinas
Controlar la escorrentía agrícola que alimenta las floraciones de algas
Invertir en monitoreo oceánico con satélites y sensores marinos
El conocimiento está disponible, la tecnología también. Lo que falta es voluntad política para actuar antes de que el colapso marino sea irreversible.
















