Un importante hallazgo escondido en la selva de Belice está cambiando lo que creíamos saber sobre la arqueología maya. El trabajo fue realizado por la Universidad de Houston, que logró desenterrar la tumba de Te K'ab Chaak, el enigmático fundador de la dinastía real de Caracol, una de las mega ciudades mayas más importantes.
Los nuevos datos explican parte del origen de una de las civilizaciones más enigmáticas de Mesoamérica y su relación con el lejano centro urbano de Teotihuacán, en el actual México.
Redescubren la historia de Te K'ab Chaak y cambia lo que sabíamos del imperio Maya
La tumba de Te K'ab Chaak (que se cree es del año 350 d.C.) se encontró en muy buen estado y repleta de tesoros que ayudan a entender mejor la vida y las costumbres de la élite maya del Clásico Temprano. Entre los objetos hallados, destacan valiosas joyas, cerámica elaborada y una impresionante máscara de jade.
La metrópolis de Caracol, hoy oculta bajo la selva beliceña, durante los años 560 y 680 d.C. fue un centro político y cultural que dominó el sur de la península de Yucatán antes de su abandono hacia el 900 d.C.
El descubrimiento ayuda a entender la relación entre la cultura maya y la poderosa urbe de Teotihuacán, en el altiplano central mexicano, que tenía fecha en el año 378 d.C. Sin embargo, los artefactos y las prácticas rituales de clara influencia teotihuacana encontrados en la tumba de Te K'ab Chaak, y en otros entierros cercanos, sugieren que estas interacciones se iniciaron una generación antes.
El hallazgo reescribe la cronología de las interacciones mesoamericanas y demuestra la sofisticación y el alcance de las redes políticas y culturales de la época.
Según Arlen Chase, profesor y director de Estudios Culturales Comparativos en la Universidad de Houston, tanto Te K'ab Chaak como sus sucesores no eran figuras aisladas sino que estaban involucrados en relaciones formales con Teotihuacán, lo que sugiere que el intercambio cultural fue bidireccional y deliberado.
El sitio de Caracol, que alguna vez albergó a una población estimada en 180,000 personas y se extendía por más de 200 kilómetros cuadrados en la densa selva beliceña, ha sido un foco de investigación arqueológica durante más de cuatro décadas.
Con cada excavación, la antigua metrópolis continúa revelando capas de un pasado complejo y fascinante, reescribiendo nuestra comprensión del mundo maya.