Aún bajo el estupor del ataque terrorista, es alentador que miles de franceses se congregaran en silencio en sus plazas para unirse en duelo y homenaje por las víctimas de la intolerancia, al perpetrarse el ataque a un medio de comunicación social.
Esta actitud espontánea de rechazo a la violencia también lleva implícita los consensos históricos de una de las civilizaciones culturalmente más ricas de occidente, donde se gestó la Declaración Universal del Hombre y del Ciudadano: La aceptación de la diversidad en un contexto de igualdad de Derechos.
La convivencia republicana es un elemento de base compartido por la inmensa mayoría de las religiones y un punto de partida significativo para los análisis que se hagan a partir de este momento, y así desalentar las lecturas que puedan llevar a enfrentamientos estériles.
"Cualquiera pueda ser la motivación la violencia homicida es abominable, nunca justificable", destacó Su Santidad Francisco al conocer el atentado, quién ya en su reciente viaje a Turquía había enfatizado: "El mundo espera que todos aquellos que dicen adorar a Dios sean hombres y mujeres de paz, capaces de vivir como hermanos y hermanas, no obstante la diversidad étnica, religiosa, cultural o ideológica".
Charles de Gaulle ilustró en otros tiempos a su pueblo de manera contundente: "El carácter es la virtud de los tiempos difíciles", por lo que no es casualidad la reacción del pueblo galo. Es, eso sí, certero, que en las plazas y parques estuvieran hermanados, no sólo los descendientes de los hijos de Abraham, Isaac e Ismael, sino todos los herederos de la civilización francesa.