Soy economista desde hace 17 años, trabajo en el INDEC desde hace 19. Los años dan experiencia, pero parece que a algunas personas sólo las hace persistir en sus errores.

En un artículo publicado en el El Cronista el pasado 5 de abril, el economista de FIEL Santiago Urbiztondo intenta realizar un cuestionamiento hacia las sanciones que están recibiendo algunas consultoras privadas por parte de la Dirección de Lealtad Comercial, en algunos casos basadas en informes técnicos realizados por el Indec. Más allá de que en buena parte de ese artículo, una vez más, FIEL trata de descalificar al Indec sin argumentos técnicos válidos, resulta pertinente refutar algunas reflexiones sobre la aparente inconsistencia entre la evolución del IPC-GBA elaborado por el Indec respecto del nivel de salarios.

Para realizar el análisis tomemos la relación entre el IPC-GBA, los índices salariales y el PBI. El ndice de Salarios -nivel general- creció 22,9% en el período junio 2009/junio 2010. Es decir, que si se deflactan los salarios con el ndice de Precios al Consumidor, que se incrementó 11% en el mismo período, el crecimiento real de los mismos es de aproximadamente 12 puntos porcentuales. En términos reales, los salarios se incrementaron 3 puntos porcentuales por encima del crecimiento de las cantidades físicas de productos y servicios de la Argentina, que fue de aproximadamente del 9% en el mismo período.

Como se observa en el cuadro, los salarios de los trabajadores registrados se incrementaron en términos nominales un 249% desde junio de 2003 hasta agosto de 2010. Nada dicen los críticos del Indec, y del modelo económico, al constatar que, en el período 2003-2006 -antes de comenzar las infundadas críticas al Indec- los salarios crecieron entre 3 y 9 puntos porcentuales por encima de la evolución de precios minoristas del Gran Buenos Aires.

En este marco, el crecimiento de los salarios está en línea con el modelo de redistribución del ingreso -imperante en la economía argentina desde el año 2003-. El aumento salarial mencionado determinaría un incremento de algo más de un punto porcentual en la participación de los asalariados en dicha distribución.

Mientras en el año 2003 la distribución funcional del ingreso repartía la riqueza en el 34,3 para el trabajo asalariado y el 65,7 para la suma de la participación del Excedente Bruto de Explotación y de los sectores de Ingresos Mixtos, en 2008 los asalariados pasaron a recibir el 43,7%, ganando una participación de 9,4 puntos porcentuales de la generación del ingreso en ese período, (ver cuadro).

El análisis de los aumentos de salarios deben realizarse en consonancia con la productividad del trabajo en cada rama o sector de actividad y con los precios domésticos e internacionales de los productos y servicios, dejando de lado los tradicionales conceptos que sólo conciben aumentos de salarios siguiendo al promedio de precios de consumo. Éstos se enmarcan en modelos regresivos que tratan de impedir la creciente participación en la apropiación de la riqueza por parte de quienes la generan.

Sería bueno que muchos consultores - profesores incorporaran la experiencia que dan el tiempo y la realidad para adecuar sus pensamientos, habida cuenta del comprobado fracaso que sus ideas han verificado a lo largo de la historia argentina.