

En 2006, la frase más escuchada era que Internet y el fenómeno digital alcanzaban sólo al 1% de la población. Sin embargo, algunos asegurábamos que el futuro promisorio de las nuevas tecnologías recién estaba dando sus primeros pasos.
Años más tarde, ya nadie podía estar al margen de la revolución digital: se calculaba que los seres humanos recibíamos alrededor de cuatro mil impactos diarios entre la vía pública y los nuevos medios. El hombre ya se había transformado en un Ser Digital. Aún en ese entonces, los asépticos daban a este panorama un impacto en el 5% de la población.
Cuando en 2010 hablábamos de Obsesión Digital, la primera pregunta a voces era: ¿Es para tanto?. El hombre, no sólo era dependiente de la tecnología, sino que no estaba capacitado para gobernarla teniendo en cuenta los usos y abusos que allí se generan. ¿Es para tanto? La respuesta está en los números: en 2013 alcanzamos la cifra de 6.000 millones de teléfonos celulares en el mundo. Sin embargo, 1.200 millones de personas de las 7.000 millones de personas que habitan el planeta tienen acceso a agua potable. Una paradoja que nos permite entender la dimensión del fenómeno.
Este cambio de paradigma se refleja también en la comunicación política. Atrás quedó el receptor pasivo, del tipo de comunicación vertical que ofrecen los medios tradicionales. Ahora la estrella es la conversación: el debate y las redes sociales como herramientas que sostienen este nuevo formato.
La clave para dar en el blanco es saber quién está del otro lado. Ya lo demostró Obama con su microtargeting y segmentación, donde supo emitir mensajes orientados para audiencias específicas. Este fue, sin duda, uno de los mayores aciertos en su campaña política.
La relación de los políticos con las nuevas tecnologías ha cambiado. En un principio, solían subestimarlas porque sostenían que no tenían llegada o porque desconocían su funcionamiento. Hoy no sólo las consideran como primicia para dar una noticia sino que en ciertos casos les temen por la repercusión que puede llegar a tener el mensaje que transmitan en 140 caracteres.
Ante este panorama los medios reconstruyen el sentido de noticia. A la cercanía como criterio de noticiabilidad se le suma lo que se dice en las redes sociales. De esta forma, el circuito se cierra en nuevas demandas de los ciudadanos que el Estado debe contener a través de la innovación.
Conscientes de que la comunicación política vive un proceso de continuo cambio, el debate entre especialistas permite sentar las bases del nuevo panorama. Por eso, desde 2010 llevamos adelante la Cumbre Mundial de Comunicación Política. Un evento que se organiza en talleres, conferencias y paneles que apelan a la práctica profesional. En este encuentro, varios especialistas abordan el fenómeno de las nuevas tecnologías porque estamos convencidos de que la Internet que viene ya llegó y está presente hasta cuando creemos que no comunicamos: mientras miramos alguna pantalla o pulsamos algún botón.











