La urgencia climática, el deterioro ambiental y las desigualdades estructurales marcan el ritmo de los desafíos más importantes de la Argentina. En ese contexto, hay organizaciones que decidieron no trabajar los problemas por separado, sino con una lógica articulada que ponga el foco en el impacto real.
Un ejemplo de aquello es la Fundación Vida Silvestre, una organización sin fines de lucro que se inició en 1977 con "la misión de incentivar la implementación de acciones para conservar la naturaleza, para promover un uso sustentable de los recursos naturales y para generar ciertos cambios de conducta", explicó Sebastián Fermani, director de conservación de la entidad.
"Nuestro trabajo se orienta a buscar soluciones frente a los principales desafíos y problemas ambientales que tiene el país. Cada vez tenemos más, pero trabajamos con un enfoque en el que la articulación y el abordaje intersectorial constituyen la esencia de la organización", agregó.
Por su parte, Grupo Gracias apuesta a un modelo innovador: una empresa que destina el 100% de sus ganancias a una fundación. "Desarrollamos programas centrados en tres derechos vulnerados por la pobreza: agua segura, nutrición básica y salud e higiene", señaló su fundador, Manuel Enrique Romero.
Con presencia en 17 provincias, el enfoque también busca ser ambientalmente sostenible. Las propuestas dejan en claro que no hay transformación posible si no se piensa en el ambiente, la salud y la equidad social.