Ivana Dip, CEO de BMW Group Argentina, adelantó que llaga al país el primer MINI 100% eléctrico para la venta. Hace un año se lanzó el primer eléctrico de BMW, el IX2, y así el grupo tiene en sus dos marcas en el país, versiones enchufables. La ejecutivo prevé cerrar el año con más del doble de ventas que en 2024, y dijo que si bien la reducción del impuesto interno impactó en algunos modelos del grupo y benefició a los clientes con rebajas que llegaron a u$s 30.000 en algunas unidades, advirtió que falta un ajuste clave, que definirá los precios de los autos importados. “La previsibilidad es fundamental: las reglas pueden ser más fáciles o difíciles, pero deben mantenerse”, asegura. ¿Llega el primer MINI eléctrico al país? Si. El MINI Aceman es un hito para nosotros porque completa un capítulo que venimos construyendo hace tiempo: el de la electromovilidad de BMW Group. Justo un año después de que lanzamos el BMW iX2, que fue nuestro primer modelo eléctrico en Argentina. ¿Se concentrarán en la venta de ese modelo de MINI ahora? Tenemos una paleta muy amplia con todas las versiones de MINI disponibles y logramos que la mayor parte quede fuera del impuesto interno, lo que nos permitió ofrecer precios más competitivos en un segmento que históricamente estaba muy castigado por la carga impositiva. ¿Qué impacto tuvo la baja de ese impuesto hasta ahora? Fue decisiva. Cuando se produjo la baja, el efecto fue inmediato: nuestros precios se redujeron en promedio un 30%, y esa reducción se trasladó directamente al cliente. Fue un beneficio puro, sin atajos ni demoras para el cliente. Lo vimos reflejado en la reacción del público y en las ventas, que crecieron muy fuerte. Además, la medida generó un círculo virtuoso: con precios más accesibles, el mercado se amplió, los concesionarios se activaron, hubo más competencia interna y, a la vez, el Estado recaudó más por otras vías, como IVA, derechos de importación o ingresos brutos. Es un ejemplo concreto de cómo una política tributaria más racional puede dinamizar un sector. ¿Qué proporción de los modelos del grupo sigue alcanzada por el impuesto? En BMW, entre el 70% y el 80% del volumen total. Solo los modelos de entrada, como el Serie 1 o el X1, están por debajo. En cambio, en MINI salvo el Aceman, toda la gama está exenta del impuesto. Competimos ahora con una gama de vehículos con mejores precios. La eliminación total del impuesto, ¿se trasladada también directamente a precios? Sin dudas. Cuando bajó el impuesto, los precios bajaron en la misma proporción. En el promedio, fue del 15%, y en algunos modelos puntuales, como la BMW iX2, llegó al 30% o más. En algunos casos esa baja en el precio fue de u$s 30.000. Todo se trasladó al cliente. No es un dato menor, porque muchas veces se presume que las rebajas impositivas se diluyen en el camino, y en nuestro caso fue todo lo contrario. La baja de precios generó más volumen y más competencia, incluso entre concesionarios, y benefició aún más al cliente final. También nos da fuerza para pedir más unidades e impulso a la casa matriz. ¿Cómo vienen las ventas ahora? Este año vamos a más que duplicar las ventas respecto del año pasado, considerando BMW, MINI y BMW Motorrad (motos). Es un crecimiento excepcional, que también refleja la normalización del mercado. Nosotros volvimos a ofrecer modelos que hacía años no traíamos, como el Serie 7 —que representa lo más alto del lujo de BMW—, el M2 y el M5, que es el primer híbrido enchufable de la línea M y el BMW más potente en la historia argentina. También trajimos nuevamente el Z4, un clásico roadster. ¿Registran que se suman nuevos clientes? Sí, sin dudas. Con la baja de precios y la llegada de modelos más accesibles, volvimos a captar clientes que antes estaban fuera del segmento. Por ejemplo, el Serie 1 volvió a ubicarse por debajo de los u$s 50.000, algo que no ocurría hacía mucho tiempo. Eso permitió que muchos compradores ingresaran por primera vez a la marca, y que otros, históricos, pudieran renovar su vehículo. En 2023 teníamos una gama muy limitada por las restricciones de importación y eso frenaba la renovación. Hoy recuperamos un mercado con opciones reales de elección. ¿Cómo evolucionarán los precios? Nuestros precios están en dólares, por lo que no aplicamos aumentos por inflación. Lo que seguimos es la evolución del tipo de cambio. En general, cuando hay algún episodio de volatilidad, puede haber una pausa momentánea en la demanda, pero se normaliza enseguida. ¿Qué queda por hacer en impuestos? El verdadero problema es que la base del impuesto interno esté fijada en pesos, cuando la mayoría de los autos importados tienen sus costos en dólares. Esto hace que sea difícil mantener la estabilidad y previsibilidad de los precios de los modelos afectados, ya que el tipo de cambio fluctúa. Eso genera distorsiones y obliga a revisar precios constantemente. Para lograr previsibilidad, sería ideal que esa base estuviera expresada en dólares o que haya una calendarización de ajustes atada a alguna variable. Lo importante es tener un marco previsible; las condiciones pueden ser más o menos difíciles, pero lo fundamental es que se mantengan en el tiempo. ¿Cómo se ve ahora la Argentina, con este nuevo modelo económico, desde la casa matriz en Alemania? Con una mirada mucho más positiva hace unos meses. El primer paso fue normalizar los pagos al exterior, algo que logramos el año pasado. Luego pudimos ampliar la gama, incorporar nuevos modelos y sostener un crecimiento constante mes a mes. Hoy Argentina vuelve a aparecer en las reuniones regionales como un mercado que aporta crecimiento. Escuchar en esas reuniones un “gracias, Argentina” por ayudar a compensar bajas de otros países es gratificante. Después de años de incertidumbre, es una señal de que el esfuerzo valió la pena. ¿Hay nuevas inversiones o planes de expansión planeadas? Sí. La red de concesionarios está muy activa, invirtiendo en la nueva identidad corporativa “Retail Next”, que ya inauguramos en Puerto Madero y que se replicará en todo el país. Además, estamos analizando la apertura de nuevos locales y la remodelación de otros. La red acompaña con mucho compromiso y entusiasmo, no solo desde lo comercial sino también desde la experiencia con el cliente. ¿Cómo viene el mercado premium en general? El mercado total pasó de unas 400.000 unidades a cerca de 700.000, y el segmento premium creció incluso por encima de ese promedio. Históricamente representa cerca del 1% del mercado argentino, pero este año podría superar esa cifra. Si miramos la región, Argentina tiene potencial para duplicar esa participación y alcanzar el 3%, que es el promedio de otros países de América Latina. Es un segmento pequeño, pero de alto valor agregado y con un efecto derrame importante en términos de empleo, capacitación y tecnología. En el último tiempo se multiplicaron las marcas de autos chinas en el país. ¿Cómo impacta en el segmento de lujo? En general, la competencia siempre es positiva y ya se ve en otras partes del mundo. La industria automotriz vivió procesos similares: primero con el ingreso de las marcas japonesas, luego con las coreanas. Hoy algunas marcas chinas llegan con volumen, buen nivel de diseño y calidad, pero también hay mucha disparidad. Lo importante es que las nuevas marcas que ingresen lo hagan con estructura de postventa, servicio y garantías. Nosotros entendemos la competitividad desde la responsabilidad: invertir antes de traer un modelo, capacitar técnicos, asegurar repuestos y brindar respaldo al cliente. Esa es la diferencia. Competir no es solo vender autos, es sostener una marca en el tiempo. ¿Qué condiciones son necesarias para que el sector consolide su crecimiento? La palabra clave es previsibilidad. Argentina puede tener momentos más o menos favorables, pero lo que necesitamos son reglas claras y estables, que premien a quienes apuestan al país en el largo plazo y no a quienes aprovechan oportunidades coyunturales. Nuestro compromiso es seguir invirtiendo, ampliando la oferta y generando valor, pero para eso hacen falta políticas coherentes y sostenibles. Cuando el entorno acompaña, el efecto se nota rápidamente: más volumen, más empleo y más confianza. La industria automotriz tiene un enorme potencial y puede ser uno de los motores del desarrollo si se le da un marco previsible.