Las dimensiones del rugby son precisas: en un espacio de 100 por 70 metros, dos equipos de 15 jugadores (ocho forwards y siete backs) cada uno se enfrentan, en dos tiempos de 40 minutos, para llevar y apoyar a la pelota ovalada de 460 gramos detrás de la línea de ingoal del adversario; en el caso ideal lo harán debajo de las haches contrarias, que forman dos postes verticales separados a una distancia de 5,6 metros y unidos a 3 metros de altura por un travesaño.

Tal logro los habilitará para sumarle los 5 puntos que genera el try un adicional de 2 puntos por la conversión de un penal adicional. Lo que no cuentan estos números son el sacrificio y la entrega que caracterizan este deporte. Tampoco permiten vislumbrar el universo paralelo que hoy está transformando una disciplina que alguna vez se caracterizo como un "deporte para vándalos jugado por caballeros".

Esa fue la razón que nos motivó en El Cronista a armar este producto, que se publicará cada viernes hasta que termine el Mundial. La meta: contar, analizar y sorprender con el lado B(usiness) de una actividad que más que un deporte es una forma de vida y que hoy lleva a nuestros Pumas a buscar su próxima hazaña.