Las críticas, aunque a menudo inevitables, afectan de manera diferente a cada persona. Mientras algunos las toman con madurez y hasta con humor, otros se sienten profundamente heridos y paralizados. Según la psicología, estas diferencias están vinculadas a lo que cada individuo vivió en su infancia.
Los expertos señalan que ciertos tipos de experiencias tempranas, como la sobre exigencia, la falta de validación o el exceso de críticas, generan una base emocional que predispone a la hipersensibilidad en la adultez.
Para muchos adultos, el camino hacia una relación más saludable con la crítica comienza con reconocer esas heridas emocionales de la infancia. A partir de allí, es posible trabajar en la autoestima y transformar el impacto de las críticas en oportunidades de crecimiento personal.
¿Qué vivencias de la infancia atraviesan las personas más afectadas por las críticas, según la psicología?
José Martín del Pliego, psicólogo, señala que cuando las críticas pesan tanto, se debe a que activamos una "grabación implícita" almacenada en el hipocampo, que organiza nuestras memorias episódicas. En ese archivo, se registra una escena o etapa en la que sentimos que no éramos suficientes.
Del Pliego explica que el origen de esa sensación suele encontrarse en la infancia, ya sea en el ámbito familiar o escolar. Al recibir críticas de adultos, nos trasladamos emocionalmente a ese recuerdo y volvemos a ser los niños que se sentían juzgados con dureza.
"En esa etapa no éramos autónomos y por eso la crítica adquiría tanta importancia", señala el especialista. Actualmente, esas sensaciones vuelven "como una ola demasiado grande" que nos inunda y nos recuerda que estamos conectando con una memoria emocional antigua.
¿Cómo regular nuestras emociones ante las críticas para que no nos afecten?
Según el psicólogo, el problema de la crítica está en su sobredimensión, ya que nos provoca "estrés, ansiedad, vergüenza y a veces rabia". Las siguientes herramientas nos permiten transformar nuestra relación con las críticas para mantener el equilibrio emocional:
Una crítica no es un ataque:
El primer paso, destaca José Martín del Pliego, es entender que "una crítica no tiene por qué ser un ataque". Este punto de partida nos prepara para el siguiente: distinguir entre críticas constructivas y destructivas.
Si observamos que las críticas constructivas nos impactan en exceso, será fundamental preguntarnos por qué nos afectan tanto. Incluso frente a las críticas destructivas, explica del Pliego, "hay que establecer hasta qué punto permitimos que el otro nos afecte".
Regular la reacción emocional:
"Aceptar la crítica, reconocer la activación que nos produce, pero, antes de contestar, dejar que la parte racional tome el control y nos calme", propone el psicólogo. De este modo, muchas veces podremos entender que la crítica no es tan grave como creímos en un primer momento.